«Capitulo 21»

393 58 34
                                    

Maratón 2/3

Karol Sevilla; Los Ángeles

Tengo mi café en la mano, desde afuera todo parece tranquilo, mis lentes negros cubren la mayor parte de mi rostro, aunque no lo crean tengo la mejor vista, una que va directamente a su mesa, un hombre de negro se asoma, bajo de la moto por si acaso y suena un disparo, cuando miro era la mesa de ruggero.

Cargar mi arma, y entro al restaurante al ver como dos matones más entrar con metralletas, la gente sale corriendo desesperada, en el descuido le disparo a dos de ellos, y me encondo detrás de la barra — Sal de tu escondite perra, no te hagas la superheroína.

Veo como ruggero salta sobre el tipo, y empiezan a pelear, volteo y veo a Valentina moribunda en el suelo, mido su presión y nada, su pulso es inexistente — Ahora si no eres tan machito.

Antes de que le dispare un oficial de la policía le da justo en la cabeza matándolo directamente, volteo a ver a ruggero, corro hacia él aliviada, nos abrazamos por mi mente pasa que hubiera pasado si le pasaba algo por mi distracción hay cosas en las que no puedo fallar.

— Estas bien — toca mi rostro machándolo de sangre — te lastimaste.

— No, tu como estas — lo reviso rápidamente — por favor nunca te mueras.— pedí con las lágrimas en los ojos, me rodeo con sus brazos nuevamente no que me quería soltar ni yo a él.

— Te amo — me da un beso, por alguna lo siento distinto, los sentimientos son más fuertes y eso me enamora.

— Te amo — sonrió apegándome más a él.

— Oficial Vietto, necesito sus declaraciones — asentimos y caminamos al coche de la policía.

Con ruggero nos separamos, en la estación a él se lo llevaron a testificar a otro lado, ahora me encuentro con el detective Vietto — Que fue lo que paso exactamente en ese lugar.

— Antes que nada, quiero aclarar que llevo permiso para aportar armas en el país, fui contratada para cuidar la vida del señor Pasquarelli, soy su guardaespaldas en secreto, esta información se la puede confirmar su padre Bruno Pasquarelli.

— Así que esos hombres iban a por Ruggero.

— Exactamente, él ha venido sufriendo atentados continuos, por eso su padre me llamo, lo he saldo de muchas situaciones, balacera en su oficia, atentado en altamar, una bomba en su casa, soy discreta con mi trabajo

— Vi que se besaron son novios.

— Eso que tiene que ver.

— A decir verdad, nada, pero usted se da cuenta que la vida de ambos es un riesgo absoluto, no solo por ustedes las personas a su alrededor, esa chica no merecía morir,

— Lo entiendo, pero a mí me centraron no puedo hacer nada, porque ese ya es su trabajo oficial.

— Aquí dice que tiene permiso para matar en caso de defensa personal contra el señor Ruggero Pasquarelli, no tengo más preguntas, ya puede irse.

— Gracias.

— Espero no verla pronto Sevilla.

— Igualmente oficial.

Salgo de ahí acompañada de otro agente, veo a ruggero en la sala de espera — Nos vamos — pregunto.

— Aun me falta un par de cosas, pero ve yendo a la casa, ahí esta Eva — me la señala y la veo tomando su café, nos saludamos con la mirada y vuelvo a ver a mi italiano.

Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora