«Capítulo 29»

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Maratón 2/2

Ruggero Pasquarelli; Los Ángeles

Miro incrédulo la escena, acaso ella es mi guardaespaldas, ahora todo tiene sentido él porque estaba al lado mío todo el tiempo que pasaba algún atentado, que sepa disparara y halla matado a mucha gente, el cómo llegaba de la nada cuando estaba en peligro.

¿Quién eres Karol Sevilla?

Ella toma mis cachetes con su mano mirándome fijamente, busca encontrar una respuesta en mis ojos, pero nada, suspira resignada — Ella no miente, pero quiero que sepas que esto que siento es real, y ahora no tenemos tiempo de discutir, la misión es salvarte la vida, así que déjame hacer mi trabajo y deja de mirarme como si fuera lo peor que te paso en la vida.

— Cuidado — ambos caemos al suelo al esquivar una de las granadas que lanzaron.

— ¡Tienen que salir! — grita Andrea — como lo entrenamos, las puertas de escape están atrás, vallan al rio ahí los buscara la policía.

— No te vamos a dejar aquí — grito disparándole a uno de los tipos.

Karol me agarra de la cara — Que haces — me pregunta — su trabajo es protegerte.

— Como la vamos a dejar aquí, es una muerte segura, que te pasa, no son momentos para tus celos — le digo.

— Cuales celos, por dios, el objetivo es que sigas vivo y no me importa quienes caen cuando tu sigues respirando.

— Karol — grita Andrea — tengo una hermana, tiene 8 años, se llama Bianca, dile que la amo — Karol asiente y yo niega.

— Es su deber, ni tu ni yo podemos hacer nada — me dice — era ella o nosotros, lo siento.

Me quedo callado ante su respuesta, ahora solo me concentro en darle a los tipos

— Ella sabrá que la amas — grita — a la cuenta de tres nos cubres — dice entre balas, yo le doy a uno y eso nos da tiempo.

— Uno, dos, tres — Andrea se anima a disparar como si no hubiera un mañana, Karol y yo vamos por la puerta trasera saliendo de la cabaña.

— Espero tus zapatos sean cómodos porque vamos a correr como no tienes idea — me dice y yo asiento, empezamos a huir.

— Corre en zic zac, es para que no te apunten — corre mirando para atrás y volteo — No hay nadie, pero sigamos, el rio no queda tan lejos, mañana vendrán por nosotros.

— Crees que siga viva.

— Ruggero está sola, eran demasiado incluso para mí, sé que hiciste una linda amistad, lo siento mucho — es honesta

— Cuando pensabas decirme que eras mi guardaespaldas — pregunto

— Seguimos escapando de unos matones y tu único interés ahora es saber cómo sucedió esto — pregunta indignada.

Niego y llegamos al rio, solo que alparcear corrimos mal porque estamos por encima de él — Tenemos que saltar, espérame aquí — en un ágil movimiento bajo con cuidado. — salta

— Seguro que me atrapas — duda

— Confía en mí.

— Ya voy — se tira con cuidado, la agarro con las justas caemos al suelo al perder el equilibrio que nos quedaba.

— Estas bien — le pregunto y ella asiente, de la nada me roba un beso, se lo acepto y dejamos que nuestras lenguas hagan su trabajo.

— Te amo — me dice — no dudes de eso por ningún segundo, perdóname por mentirte

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