"Lecciones de inglés."
Narra: Kim Junkyu.—Me ha llamado una amiga.— Mamá irrumpe en mi cuarto, sin yo haberle dado permiso alguno. Me irrita, pero hoy no me quiero dar mala vida.
Entonces respondo, como quien no quiere la cosa, y tiene demasiada pesadez para simplemente existir:
—¿Ah si?—Finjo interés; porque sé que puede llegar a ser muy grosera si ni siquiera me esfuerzo en darle atención.
—Sí, debes recordarla, la japonesa.
Y claro que la recuerdo, es su única amiga del extranjero. Una modelo reconocida a nivel mundial, con una línea absurdamente costosa, como si no explotarán miles de mujeres diariamente en otra parte del mundo a poco costo, gracias a sus preciosos diseños.
—¿Y recuerdas a su hijo?
Mierda, no ese niño.
—Sí, a los dos.
Mi madre sonrió, con ese brillo particular en sus ojos que cobra vida cada que va a pedirme un maldito favor, cada tres horas. No me malentiendan, le quiero, pero suele hacer jugadas cuestionables. Yo todo lo hago, a muy mala gana pero lo hago. Le quiero, pero no recuerdo una sola mañana que se haya levantado para hacerme el desayuno, mucho menos la cena por la tarde, el almuerzo siempre es comida precalentada.
Con diecisiete años tengo que rebuscar dinero para mi hogar, que consta de mi madre y sus diferentes parejas.
Pero hey, invierte en mis estudios, por lo menos eso le agradezco.
—Necesita clases de inglés, tú seras su profesor.
Volviendo al mocoso, la última vez que lo vi yo estaba en mis catorce, él en sus dulces doce. Era fastidioso, pero no cualquier fastidioso, uno malhumorado y caprichoso.
—¿Cuando accedí?
—No seas malagradecido, te conseguí empleo— Y se fue, salió por donde entro, cerró la puerta tras sí, y como siempre me dejo con la objeción en la punta de la lengua.
—Que considerada.
《👥》
Me incomoda el ambiente de familia estable, no simpatizo porque no lo tengo, y lo envidio. Este apartamento con bonita vista, está repleto de esto. Cada rincón está adornado con viajes, cenas, eventos importantes en general, plasmados en una fotografía, rodeados por un portaretrato.
—Que grande estás Junkyu, y muy guapo.
Ni siquiera sonrío en agradecimiento, solo ignoro y retomo mi camino al comedor, donde segundos antes fui invitado a tomar asiento. Supongo que aquí estudiaré junto a mi nuevo estudiante.
Estoy esforzándome en dar una mala impresión, en ser el peor. Ya no quiero que esa mujer, la que me espera en casa, crea que puede seguir obteniendo todo lo que quiera a costa de mi esfuerzo, porque joder, todo el dinero que ganaré hoy es para ella.
—Hola, hyung.
Esa voz que me habla, no logro reconocerla. Tampoco ese rostro, hay algo de él aún, pero no, es otro. Es otro porque su rostro ha madurado, pero ahora es dulce. No me observa de manera despectiva, pero tampoco espera que yo sea igual de agradable. Me siento mal entonces por no haber sonreído mil veces antes de llegar a donde me han forzado a venir, porque la sonrisa en sus labios es tan linda que parece darme un largo sermón, parece incitarme a ser feliz. Me siento culpable por no serlo antes, también patético por mis impulsivos y líricos pensamientos, todo porque su causa tiene nombre, y nadie le da nombre a mis causas. No puedo creer la forma en que lo tengo frente a mi, no puedo creer que sea:
—Haruto, hola.
Coloca un libro sobre la mesa, junto una pequeña libreta negra y un lápiz cualquiera. Se sienta tranquilo, como si no me hubiese robado toda la mala gana, como si no hubiese espantado este deseo por arruinar mi imagen y empleo.
—Estás...grande.
En efecto, Haruto está grande. Bastante alto y bonito, no guapo, no algo tan basto. Es un chico bonito y simpático.
—Y tú...Viejo.
Ríe, y quiero que lo haga más, quiero que se burle de mi todo lo quiera solo para escucharlo hacer un millón de veces más, pero no puedo ser tan obvio, así que trato de parecer sarcásticamente molesto por su comentario, y río con timidez, porque no soy capaz de contraatacar, porque no puedo hacer una buena broma para romper con la extraña tensión que se ha formado, tensión que no desapareció las dos horas que estuvimos juntos, enseñandole a como el alma me lo permitió.
No quiero irme, pero tenerle cerca me asfixia, me perturba porque este tipo de flechazos no son lo mío, no lo son porque no lo había vivido, tal como me ha faltado todos estos años cariño paternal, desconocía el romanticismo de vivir, y enamorarme.
Cuando cerramos el libro y damos por terminada la primera lección, concluyo que me ha pasado lo inexplicable,me he enamorado de un chico en menos de tres horas. Lo sé, suena muy fuerte, pero se siente liviano, la palabra se escucha tan floja cuando tienes a alguien como Haruto frente a ti.
Me entran algo de celos, supongo que no he sido el primero. Por otra parte lo entiendo, y comprendo que ni siquiera le deben gustar los hombres.
Hablamos un rato, me brinda algo de tomar pero me niego, insiste así que me trae un vaso de agua, junto a un paquete de gomitas rosadas, que abre para que compartamos unos largos minutos.
—Que bonito estás, Hyung.
Me atraganto con una, y rápidamente la paso con un sorbo de agua. Esa palabra suena extraña, porque no ha dicho guapo, ni atractivo, ni simpático, ha dicho; "Bonito".
No es un niño, es un adolescente como yo, tiene quince años. Conoce el paradigma, los estereotipos, la demostración, o eso creo porque en su tono de voz no percibí una sola pizca de inocencia. Lo dijo con intención, no fue un cumplido, le parezco bonito y solo quiere que lo sepa.Quiere que sepa que para sus preciosos ojos, soy bonito.
—Tú igual.
Aunque se siente indebido coquetearle a tu cliente y alumno, lo hago por una media hora más, todo porque el comienza y me da paso. La clase de hoy a terminado, así que solo somos los dos, poniéndonos al día.
—Tengo que irme, vivo un poco lejos.La desilusión en su expresión hace que mi corazón se llene de más esperanzas, los puntos siguen sumando, y me voy con un montón de ella.
Me despide con un beso en la mejilla, y actúo normal solo para que lo tenga en cuenta, para que lo haga siempre que sea hora de irme, porque es educación ¿no?, puedo jurar que esa es su excusa.
Proceso lo que acaba de pasar cuando me dirijo al ascensor. Repaso nuestra convivencia los años anteriores y todo cobra sentido. En realidad siempre me molesto que despreciara mi amabilidad y precensia, me irritaba no tener su atención, que no jugara junto a mi, no importaba que su timidez fuera la que le impedía hacerlo.
En el transporte recuerdo que se me ha olvidado despedirme de su madre, pedirle su número, y mi paga.
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kisses on a page;; T r e a s u r e.
FanfictionOne-shot [BL] integrantes de Treasure. -[Tw🔞] -Temas sensibles. -Fluff.