YoshiHyuk

498 33 2
                                    







"La Magia en el pecado
Narra: Yoshi.


Mamá odia que asista a la ferias de verano. Mucha juventud, por ende drogas, y trucos de magia. Es una fiel creyente de la biblia, como toda mi numerosa familia, y hasta yo, pero creo que todo tiene sus limites. Solo quiero divertirme con mis amigos, como un adolescente normal. A mamá no le agrada la idea.


Pero qué importa. Logré escaparme para ver la función más temprana del circo, que prometía un buen espectáculo, plagado de rayos. El poder de la ciencia, cubierto de fantasía. Vaya combinación, se podría decir que doble pecado. Voy con la mentalidad de cometer un tercero, y ya se por sí haberle mentido a la "dueña" de mi vida, fue uno, de los tantos que planeo cometer esta noche. Porque si no es hoy, nunca.


Es 1995, y la tecnología avanzó más de lo que nosotros los indefensos humanos esperábamos. Me abrazo a los hombros de Haruto, que come una manzana acaramelada, y no dejo de filosofar en silencio, porque es mi actividad favorita. Besa mi mejilla, costumbre que tenemos. Nos encanta ver el asco enmarcado, en las arrugas crecientes de los inocentes adultos. No porque seamos homosexuales, pero eso también nos tiene sin cuidado. La última pareja de Haruto fue un lindo chico, extranjero y dispuesto a darlo todo por él, pero mi amigo sufre de divergencia compulsiva.

Entramos al recinto. Ocupamos buenos asientos, y compramos una buenas palomitas saladas, para pasar el sabor dulzón. Asahi es el último en llegar, pero le guardamos un buen puesto a nuestro lado.— Espero que no sea una mierda, como el de ayer.— El señor Hamada es dueño del terreno. Adivinen quién tiene pases gratis.


Un hombre largucho interrumpe lo que sería una charla entretenida, pero su presencia es tan palpable, y muy brillante, que se me olvida el chiste que planee en menos de cinco segundos. Hay una estaca gigante de hierro, en medio de todo el lugar, como una magnífica exhibición. Hay un agujero en la tela delgada que nos cubre, en la punta más visible de lo que conocemos como techo, porque no sé como llamarle cuando está hecho de un material que no es de cemento o madera.


Aquí, el gran señor de los rayos. Lamento decepcionarlos, pero soy de pocas palabras. Más se actos.— Detrás suyo, aparece un chico. No parece llamar la atención del público, un simple ayudante. Por otra parte, yo que quedado asombrado. No sé si es la conclusión correcto, tal vez anonadado. Es guapo, casi como un modelo de la nueva edición, de revistas me refiero. Diría que no me cuesta aceptar la belleza de otros hombre.— Aquí, mi mano derecha y aprendiz, Yoon Jaehyuk, elegirá a la persona digna para nuestro mágico experimento.


—¿Cómo un conejillo de Indias?— Gritó alguien, y tenía sentido.

Claro, como un conejillo de Indias.— Todos ríen, mi cuerpo en cambio se tensa, tanto así que el aire me falta, se hace denso. Procuro guardar algo en mis pulmones antes de estallar, o salir corriendo de ahí. Tengo pánico escénico, y si alguien que sabe de mi madre, y sus estrictas reglas, se entera, soy niño muerto.  "A Pobre niño de diecisiete años, le encierran por lo que le queda de vida, en una podrida torre" Dirían las noticias, y yo sería el príncipe oculto entre las tinieblas, me rescataría un precioso ayudante, creador de rayos.


No me doy cuenta, y ya me ha señalado a mi. Todos vitorean, excepto mis mejores amigos. Saben la poca probabilidad que tengo de salir victorioso, pero la presión social me lleva hacía el escenario. Soy el centro de atención, y ya no soy el que rodea los brazos sobre alguien más, sino que Jaehyuk me mantiene entre los suyos. Sonríe, me devuelve la calma que perdí minutos atrás, calma que él mismo me arrebató, y que poético que exista alguien con ese poder sobre ti.


kisses on a page;; T r e a s u r e.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora