−¿Hablas en serio? −Alex suena gratamente sorprendido.
−Sí, ¿fue el trato, recuerdas?
−No estaba seguro si cumplirías.
−Soy una mujer de palabra −le aseguro−, así como también soy alguien impaciente. Si no llegas a la hora acordada, dalo por olvidado.
−Estaré ahí en veinte minutos −afirma con rapidez.
−Bien, pero no te olvides de traerme las fotografías, las necesito en las manos, no viéndolas a través de una pantalla pequeña de celular.
−Sí, las tengo en manos. Voy para allá.
−Bien.
Un corto pitido suena indicándome que la llamada ha finalizado.
Despego mi cadera de la pared de la cocina y me siento sobre la barra frente al lavaplatos con los pies colgando. Pongo el celular a un lado y apoyo ambas manos a cada costado en el borde de la mesilla alargada.
Hace dos días hallaron el cuerpo de Jack Milton, la policía está como loca monitoreando cada calle del pueblo, el rumor se ha ido esparciendo muy rápido pero es igual al mismo de siempre: un asesino en serie.
Sé que deben estar cerca, puedo jurar que ya me tienen en la mira, de nuevo.
En algún momento un policía podría tocar las puertas de mi casa y arrestarme por sospecha de asesinato. Y ese momento lo sentía más cerca que lejos.
Giro la cabeza a la izquierda y mi mirada se encuentra con la puerta que dirige al sótano, debo deshacerme de las evidencias. Ya no hay ningún cuerpo ahí pero sí el rastro de sangre que dejó el hecho de que torturaran a los tres líderes de la fase 1.
Mhm.
Aprieto los labios y las manos a la vez.
Giro la cabeza a la derecha y me encuentro con la puerta trasera que dirige al bosque. Si las autoridades ya han recolectado pruebas suficientes para incriminar a alguien, ya deben haber pedido una orden judicial para entrar a la casa del sospechoso.
Ese sospechoso que muy probablemente soy yo.
Porque, ¿quién más? Los Williams ya deben haber sido investigados, y, teniendo en cuenta que hay dos policías norteamericanos en cubierto en esa familia −pueden demostrar su inocencia fácilmente−, y ya les debieron contar sus sospechas sobre mí.
Puff.
Suelto un largo suspiro y agacho la cabeza. Desde esa posición extiendo la mano y vuelvo a tomar mi celular, deslizo el dedo por la pantalla en la aplicación de lista de contactos hasta encontrarme el nombre de Vladimír y presiono su número.
Al primer tono contesta y no puedo evitar reír en bajo −para que no me escuche−.
−¿Ahren?
−Vladimír −pronuncio su nombre con lentitud.
Escucho un par de movimientos al otro lado de la línea, conociéndolo, está buscando un lugar seguro para hablar.
−¿Qué pasa cariño, estás bien? −suena preocupado.
¿Cariño? Enarco una ceja con gracia, ¿y a este qué mosco lo picó ahora?
−¿Tú cómo estás? −le devuelvo la misma pregunta−, ¿ya lograste resolver algo con los Gelman?
−Eh... bueno, es complicado.
−Me suena a que es confidencial −digo.
−No estás del todo equivocada −me da la razón−, pero al menos hemos resuelto gran parte.
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Catarsis © [Sin Corregir]
Mystery / ThrillerEl pánico fundía el lugar. El pánico carcomía a la gente. «¿Quién era el asesino?» y «¿Por qué cree que tiene derecho a juzgar y arrebatar vidas?». Eran preguntas que había escuchado estos meses por parte de personas que no sabían que yo estaba ahí...