Capítulo 8| Concurrido

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-Darya - llamo a mi hermana. 

-¿Qué sucede? - se hace a mi lado mirando en la misma dirección que yo. Al otro lado de la ventana se encuentran tres personas en la mesa, cenando. 

-¿Estas segura de que son ellos? - pregunto, no parecen tener nada en especial - Te pudo haber mentido fácilmente. 

-No - dice firme, agachándose - Son ellos. 

-Yo los veo como pueblerinos comunes. 

-Créeme, es lo que quieren que pienses. 

-¿Cómo estas tan segura?

La mujer ríe mientras les habla a su esposo y su hermano, parecen cautivados por esa conversación que están teniendo. Darya vuelve a mirar a los alrededores para cerciorarse que nadie nos vea. 

-Siento que soy uno de esos ladrones apunto de entrar a robar - le digo justo lo que pienso. 

-No exageres, solo los estudiamos antes  de dar un paso. 

-Te repito, ¿estas segura de que no te equivocas?

-Me sorprende tu falta de confianza, ¿cuándo me he equivocado? 

-Si esto se trata de tu ego, entonces, es más que probable que cometas errores.  

-Créeme Ahren, no perdí mi tiempo torturando a ese tipo por nada. 

-Bien. 

El tipo al que nos referíamos era uno de los hombres de primera fase que estaban en el sótano, ahora estaba muerto, pero eso no era lo importante. Según él, uno de los líderes de la fase dos era Federico Russo, un italiano que llegó a este pueblo hace más de dos décadas. 

La idea era que nos brindara información sobre los otros líderes y lo que hacían en su fase, y, de ser posible tendría la oportunidad de vivir. Aunque yo no creía que fuera el caso, no me entraba en la cabeza que soltara información sin pedir nada a cambio. 

Esta vez le llevaría la contraria a Darya, todavía no le había hablado acerca de la droga que le dio a Samantha y esto sería una especie de desquite por su estupidez. Lo que iba a hacer no era algo que habíamos planeado pero que sí que nos ayudaría a acelerar las cosas. El plan de mi hermana era infundirles miedo y hacerles hablar no sin antes estudiarlos, pero yo llevaría la contraria.

Razón por la cual quería estar segura de que no eran unos santos. 

-Ya que estas tan segura, no perderemos tiempo. Ve por el otro lado. 

-¿De qué hablas? 

Antes de que pueda preguntar algo más me levanto de golpe sin importarme si me llegan a ver o no. La casa donde ellos vivían estaba un poco más alejada que las demás por lo que los vecinos se encontraban a unos mil metros y la única que me tendría en su radar era esa mujer que daba el rostro, los dos hombres nos daban la espalda. 

Atravieso el jardín sin esconder el sonido de mis pisadas y con las palabras ahogadas de Darya llamándome, la ignoro y sigo adelante. La casa era un poco moderna, distinta al de la mayoría. Había una gran ventana de cristal incitándome a romperla, tomo con fuerza mi bate y sin dudarlo doy de lleno contra la ventana. 

Esta no tarda en romperse creando una pequeña explosión de vidrios esparciéndose por todos lados. El ruido es tan estridente que alarma a todos allí, los tres en la mesa se sobresaltan girando en mi dirección, al verme sonrío. Era una lastima que no pudieran ver mi rostro. 

-¡Hallo Familie! - digo, un poco más alegre de lo que debería. 

Ninguno dice nada por la impresión así que entro a la casa mirando los interiores, a simple vista se ve que son adinerados. 

Catarsis © [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora