Capítulo 28| Pelea

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Su arma me apuntaba directo a la cabeza, por su cara, parecía que estaba dispuesta a disparar, pero entonces, me fijo en que no sabe sostener la pistola, que sus manos tiemblan y que su pecho se agita violentamente. 

"Si quieres disparar, al menos debes retener la respiración para tener un objetivo fijo. No vaciles, Ahren, eso te puede costar demasiado".

−¿Quién eres? −pregunta la mujer. 

No contesto. 

Tirada en el piso, levanto las manos. Miriam reafirma el agarre en su arma e insiste. 

−¡Habla! ¡¿Quién eres?! 

De nuevo, reparo en que ni siquiera ha quitado el seguro. Pero no la iba a provocar, o al menos no hasta ver de lo que es capaz. Me la estoy jugando. 

−Lexy, Lexy... Me llamo Lexy −respondo con rapidez. 

−¿Lexy? 

−Sí. 

−No conozco a nadie que se llame así. ¡No me mientas!

−No miento −suelto−. Es verdad.

Da un grito de frustración y sacude los brazos como si intentara asustarme. Lentamente bajo las manos y las apoyo sobre el piso, con los codos me inclino a adelante, hasta sentarme. Miriam no se pierde ningún movimiento, aun así, no dice nada para detenerme. 

−¿Qué estás haciendo en mi casa? −escupe. 

−Yo... Pensé que no había nadie.

Eso no es una buena respuesta. Aunque es la verdad.

−¿Y qué más? ¡No tienes derecho a entrar! ¿Qué pensabas hacer, eh? Esto te puede salir muy caro.

−Yo no... 

−Te has metido en graves problemas −no me deja terminar.

Miro sus piernas, están tensas. Para tener equilibrio deberías tener, al menos, un pie delante del otro. 

−¡Mírame! −espeta. Hago lo que me pide, con los ojos desorbitados−. ¿Cómo entraste? 

−¿Por la puerta? −insinúo. 

−No, eres una mentirosa, una pecadora... 

Ay, por favor, que no diga tonterías. 

−He escuchado cómo rompías la ventana −¿y entonces por qué lo pregunta?−. ¿A qué has venido? ¿Alguien te mandó?

−No... −voy a decirle que tengo curiosidad por saber dónde vivía Samantha, pero lo pienso mejor−. No tenía opción, me amenazó. 

Y sé que no sueno convincente. 

Como por arte de magia, mis ojos se llenan de lagrimas para mejorar mi actuación. 

−Por favor, n-no, no me dispare −sollozo. 

−¿Es qué no lo entiendes? ¡No quiero mentiras! Te voy a matar si no me dices la verdad, puedo ser realmente peligrosa. 

Y es precisamente la palabra que utiliza: matar, junto con peligro que logra llamar verdaderamente mi atención, intento evitar soltar una risa. 

−¿E-en... serio? −pregunto. 

−No juegues con mi paciencia y responde −riñe entre dientes−. ¿Quién eres realmente y a qué has venido?

Me inmuto. Realmente me sorprende. Tiene agallas. 

−Te lo dije −repito con tono agudo−. Me llamo Lexy, me amenazaron para... 

Catarsis © [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora