Capítulo 18| Interesnyy

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Extraigo el manojo de llaves de mi bolso y la introduzco en la cerradura, una leve vibración proviene de la puerta. Pongo mi dedo sobre el lector de huellas y la pequeña pantalla se ilumina con el color verde al reconocerla. Abro la puerta tirando hacia abajo del mango.

Al entrar encuentro todo tal y como lo deje la ultima vez. Excepto por la Nagant M1895 de Vladimír en la zona de la cocina sobre la barra. Me acerco cuidadosa de que no escuche mis pasos, él me da la espalda mientras cocina algo en la sartén. 

Veo como su espalda se retrae al sentir mi mirada afilada sobre él, cuando se gira ya lo estoy apuntando con su propia arma. 

Deja lo que está haciendo y apaga la estufa, hecho esto levanta las manos en señal de rendición. 

−Vaya, no esperé que nuestro próximo encuentro sería así. 

Lo ignoro y miro alrededor, mi nariz reconoce el olor como algo agradable, todo el primer piso huele a su comida. Cosa que me irrita. 

−Esta no es tú casa −me oigo decir, molesta. 

Vladimír me da media sonrisa y señala lo que está preparando: Shashlyk, un plato preparado con carne y cebolla. Mi favorito. 

−¿Quieres un poco? No soy egoísta, sé que te gusta. 

Paso deliberadamente de su invitación y en cambio lo interpelo con incredulidad. 

−¿Por qué sigues en mi casa? 

Hace una mueca que luego es reemplazada por una elevación de comisuras. No paso por alto que lleva una camiseta gris ceñida a sus bíceps y trabajados brazos. Pese a ello, no causa ningún efecto en mí.  

−¿Dónde pretendes que duerma? Las calles son peligrosas en estos tiempos. 

−Ya deberías haberte ido −mantengo la calma. 

−Sí, seguro −suena monótono. 

Sin cuidado baja sus manos y vuelve a encender la estufa para continuar con su receta, no le importa que ahora mismo lo esté apuntando con una pistola porque sabe que no voy a disparar. Ahogo un resoplido y dejo el arma donde estaba, no he venido a amenazarlo precisamente.

Debe de notar mi cambio de temperamento pero no dice nada al respecto. 

−Te serviré un plato. 

No digo nada. Vladimir no tiene que estirarse para alcanzar otra bandejilla y dejarla al lado de la suya. 

−Estará listo en unos minutos −agrega. Deja cubierto el sartén a un fuego bajo, se lava las manos y posterior a eso se las seca contra sus pantalones sin dejar de verme directo a los ojos−. Entonces dime, ¿qué haces aquí? 

Frunzo el ceño. 

−¿Te das cuenta que estoy en mi casa? No tienes por qué preguntarme eso. 

−Bueno, creí que no vendrías si sabías que me quedaría aquí.

−Ya ves que no es el caso. 

Le doy un repaso rápido a la sala con las manos detrás, a un lado la puerta que conduce al sótano sigue con el candado intacto pero algo me dice que Vladimir ya ha echado un vistazo. 

−¿Qué has hecho? −pregunto con cautela. 

−No mucho −no tarda en responder−. Quería saber cómo vivías así que revise los cuartos. Pero no te preocupes, sé lo que estás pensando y no, no revise las habitaciones con seguro. Admito que me lo pensé más de dos veces, pero decidí respetar tu privacidad.

Catarsis © [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora