Capítulo 37| El Verdadero Origen de Sorak

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Las luces la mareaban, la confundían.

Distorsionaban su entorno, por alguna razón no podía identificar nada, la drogaron. Hablar era una tarea imposible, cada vez que abría la boca, solo salían balbuceos inentendibles. Intentar mover el cuerpo fue en vano, lo único que consiguió fue levantar el dedo meñique con muchísimo esfuerzo.

Ahren —un eco muy lejano llega a sus oídos— ...Ahren.

Darya, desde el otro lado de la habitación, la llamaba para comprobar que aún siguiera respirando. El calmante que le inyectó era bastante fuerte, pero conocía a su hermana, es más fuerte de lo que parece y no correría el riesgo de que se despertara por completo.

Aunque, por la cara adormilada que tenía, comenzaba a sospechar que se había pasado un poco.

—Mierda —musitó acercándose al borde de la cama donde la tenía. Extendió su mano para agarrarle el rostro y lo movió de un lado a otro sin tacto—. No vaya a ser que dejes de respirar, hermana.

Algo aturdida, Ahren miró con notable extrañeza la cara que tenía frente a la suya. ¿Por qué tenían la misma cara? ¿Acaso era su reflejo? Luego lo recordó, claro, esa era su hermana gemela. La muy perra.

—¡Oh! Por la forma en que me miras estoy casi segura de que me odias —sonrió.

Abrió la boca para declararle su enojo, y de nuevo, no pudo articular nada.

—Está bien, no te preocupes —soltó Darya—, en unas horas el efecto de la anestesia pasará.

Unos pasos se escucharon del otro lado de la habitación, segundos después Frank atravesaba la puerta con el gesto marcado.

—¿Ahora qué pasa? —le preguntó.

—Tu hermano —respondió cortante.

—¿Erick? ¿Qué pasa con él?

—Se niega a venir sin nada a cambio.

—¿Le dijiste que se trata de ella?

—¡Pues claro! —exclamó en alto alzando las manos—, y con mayor razón. Nunca se la han llevado bien.

—Mhm —Darya se quedó pensando un momento en la mejor forma de traer a ese hombre terco que tenían por hermano—. El efecto pasará en unas cuatro horas, si no viene ahora tendremos a una sociópata en los talones con ganas de matarnos. Y te recuerdo que Vladimír aún no sabe de esto, en cuanto se entere también querrá matarnos.

—Eso no me preocupa en absoluto. No pueden tocarme.

—A ti te defienden tus hombres —le recordó—, a mí no.

—Siempre puedes ir conmigo.

—Olvídalo —dijo con rapidez—, no pienso volver a tu academia.

—¿Ustedes tres nunca dejarán de ser un dolor de cabeza? —inquiere Frank con notable irritación.

Darya se despega del lado de Ahren y se acerca a su no tan preciado padre.

—Vigílala —pide señalando a la cama con la cabeza—. Y préstame tu teléfono, yo me encargo de que él venga.

Sin oponerse, Frank le entrega su celular y la ve salir de la habitación de su hija. Cuando Darya desaparece de su radar, acorta la distancia entre él y Ahren y la observa con preocupación. En verdad no quería que ella saliera lastimada, pero la situación no era algo que pudiera controlar. En los juegos de Darya, todo el daño que no estuviera planeado, era colateral.

Incluyendo el de su propia familia.

Con algo de impaciencia Darya escribe el número de su hermano en el teclado y se lleva el celular a la oreja. Espera a que seis tonos la reciban como respuesta y cuando va a presionar el botón rojo para colgar, contesta.

Catarsis © [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora