Capítulo 15| Investigación

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Richard Sokolov.

No hay direcciones...

No hay registros con su nombre aquí...

Todas las referencias que he encontrado dan origen únicamente en rusia, es como si nunca hubiera puesto un pie en Alemania. El imbécil se aseguró de no dejar rastro, cosa que reafirmaba que él es un líder de la fase cinco. 

Nada me confirmaba que el padre de Alex y Laura era uno de esos líderes, pero entonces ¿Por qué no se hallaba con su familia? ¿Por qué ambos chicos estaban solos en esa casa? ¿Dónde estaba su esposa? Lo peor es que no tenía respuestas. 

Con un suspiro pesado me levanto de la silla arrastrándola hacia atrás. Giro la cabeza hacia la derecha y veo a Darya hacer justo lo mismo que yo.

—¿Nada? —le pregunto. 

—Nada —niega yendo a la barra de la cocina, se sirve un vaso con agua y da un largo trago, sentada.

La imito y me paro a su lado con una mano en la cadera. 

—¿Qué hora es? —baja la vista a su reloj de muñeca. 

—Cerca de las siete. 

—¿Crees que ya se calmó un poco la situación afuera? 

Podía ver perfectamente la escena que me había narrado Darya, veía a los Williams y a Gelman abriendo fuego en la calle con lujos y detalles. Lastima que no pude apreciarlo, de hecho me convenía que no nos hubiera visto nadie. Salvo, claro, que mi amada hermana sí se paso por ahí. 

—¿Te vieron muchas personas? —mi mirada cae en la puerta de la habitación donde esta Samantha dormida.

—No lo creo, seguro estaban lo suficientemente concentrados en salir de esa calle para que una bala no los alcance —toma de su vaso y lo deja a un lado—. Hubo un chico al que le robe su teléfono, quizá sí que me recuerde.  

—¿Un chico? Podría ser uno de los purificados —como odiaba decir esa palabra—, Revisa su celular. 

—Ya lo hice, no hay nada interesante ahí, puedes inspeccionarlo tu misma. 

—No, esta bien. 

Me alejo del ala de la cocina y salgo por la puerta trasera. Casi al instante el viento me golpea con frío, algunas hojas de los árboles pasan meneándose por el aire y el cielo truena lleno de nubes grises. Doy un paso adelante dispuesta a ir por Vladimir y enfrentarlo de una vez por todas, no pienso demás porque sé con certeza que si me pongo a darle vueltas a todo, saldría del país y del continente mismo para dejar todo atrás. No sé, tal vez podría ir a México o Colombia, España también suena bien. Es entonces que Darya me alcanza. 

—¡Espera! —dice llegando a mi—. ¿A dónde vas?

Me encojo de hombros. 

—Por ahí —suelto. 

—Tu arma —extiende mi pistola con firmeza—. La olvidaste, ¿debo preocuparme? 

Ja, si supiera.

—Créeme, la deje por una razón. 

—Serás idiota si piensas ir desarmada. 

—Si la llevo es probable que en cuanto lo vea le dispare en las pelotas. 

—No seas inmadura, piensa con la cabeza fría. 

—Eso hice... 

—No —refuta—. Le guardas rencor por lo que paso pero no lo odias. Así que piensa con cuidado. Vladimir al menos no es tan impulsivo como tu pero sigue siendo muy predecible, ¿qué crees que querrá hacer si te ve indefensa? 

Catarsis © [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora