13/06/2003
−Papá, ¿por qué las personas lastiman a otras?
Gabriel siempre fue un hombre firme, no hay manera de que no lo fuera si tenía bajo su mando a varios hombres.
Esta vez estábamos en su despacho, yo sentada frente a su escritorio mientras que él trabajaba en su computadora.
−¿A qué viene tu pregunta, cariño?
−Solo es curiosidad.
−¿Mamá te dijo algo? −insinúa.
−No −niego sacudiendo la cabeza de un lado a otro−. Pero el otro día vi a uno de tus hombres golpeando muy fuerte a otro. Se desmayó.
Aunque tenía la ligera sospecha de que aquella pelea terminó en algo más que un desmayo.
−No te preocupes por eso, Ahren −él se estira en su asiento y me da un golpecito en la frente−. Algunas personas merecen ser castigadas.
−¿Por qué?
No lo entendía.
Gabriel dejó de prestarle atención a la pantalla para ponerla sobre mí.
−Mira, en la vida vas a encontrarte con muchos tipos de personas, algunas de ellas serán... malas, en su mayoría. Otras serán buenas...
−No lo entiendo −lo interrumpo−. ¿Quién es bueno y quién es malo?
−Eso no es fácil de responder, pequeña. Verás, todo es muy subjetivo. Si haces algo que le moleste a alguien más, tú serás la mala de su historia. Pero si eso que haces ayuda a otra, entonces serás la buena.
En ese entonces no supe con certeza a qué se refería, ahora, puedo entenderlo por experiencia propia.
−¿A las personas malas se les castiga?
−Así es −afirma.
−Eso es lo que tú haces.
−Sí, Ahren −se levanta y me toma de la mano, nos dirigimos a la salida de su despacho y bajamos hasta llegar a la sala. Ahí donde tres hombres tienen amordazado a otro sobre una silla, está atado y con los ojos vendados.
Hay sangre esparcida en el suelo.
En el fondo de la cocina alcanzo a ver a mamá, al vernos llegar le pone mala cara a Gabriel, se nota que no le gusta lo que está pasando. A mí tampoco, tengo el impulso de ir y correr a donde está ella pero papá me detiene apretando mi mano con fuerza.
−A las personas como estas −señala al de la silla−, se les debe enseñar a no robarme, por ejemplo.
Uno de los tipos se acerca y le entrega algo a mi padre. Este toma el objeto y se gira para verme con seriedad.
−Ten −me extiende un objeto metálico, es parecido al que los demás tienen. Dudo un segundo antes de sujetarlo con mis manos, temblorosa−. Tienes que quitar el seguro. Así.
Él baja una pequeña palanquita que hay en la parte trasera de lo que ahora reconozco como un arma.
−Primero debes apuntar a tu objetivo y luego quitas el seguro, ¿está bien?
Asiento.
−Bien −sonríe satisfecho−, ¿quién quieres que sea tu objetivo?
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Catarsis © [Sin Corregir]
Misterio / SuspensoEl pánico fundía el lugar. El pánico carcomía a la gente. «¿Quién era el asesino?» y «¿Por qué cree que tiene derecho a juzgar y arrebatar vidas?». Eran preguntas que había escuchado estos meses por parte de personas que no sabían que yo estaba ahí...