Pov Calle/ Sam.
Luego de haber terminado con todo el licor del bar y haber terminado casi inconsciente por lo ebria que estaba, al día siguiente desperté en una cama que no conocía, con una rubia hermosa, la cual no conocía ni sabía su nombre, pero me daba igual saber su nombre, salí de la casa y me fui a la mía, pase todo el día durmiendo, recuperándome de la resaca, pasado dos días, estaba en un club de los suburbios de Italia donde esperaba que saliera mi próxima víctima, Pedro Pablo Alcárrar, sargento primero dado de baja por comportamiento he conducta indeseada, acusado de violación a una menor y maltrato a su esposa, él fue uno de los bastardo que golpeó a mi padre hasta dejarlo inconciente, lo escupió, lo torturó pisando su mano al pararse encima de esta cuando papá estaba en el suelo, fracturando su mano.
(...)
Listo, había salido del lugar, lo seguí hasta que pasaba por una calle oscura y sola ahí vi mi oportunidad de meterlo en uno de esos callejones oscuros, siempre a la hora de los asesinatos yo los hacia sola, nunca quise, ni quiero y ni querré involucrar a mis amigos a la hora de matar, en caso de ser atrapada, me echaría la culpa de todo y diría que yo los amenace con matar a sus familiares, si no me ayudaban, esa fue la condición para aceptar que me ayudaran, no estuvieron de acuerdo ni lo están pero lo aceptaron.
-Alto- dije apuntando al hombre, el estaba de espalda a mi.
-Valla, te habías tardado, apareció la puta de Daniela Calle la hija del muertito de Germán- escupió el hombre con maldad, cada palabra que salía por su boca aumentaba mi ira, estábamos en medio de la oscura calle, el ni se inmutó en voltear o algo por el estilo, sólo hablaba dándome la espalda.
- Dime algo, cuando mataste a los ocho hombres que ayudaron a matar a tu padre ¿Sentiste lo mismo que yo sentí cuándo golpee hasta la muerte a Germán?- imbécil, sabía lo que trataba de hacer, pero no caería en su juego,está noche sería la última de su vida.
-Date la vuelta- le dije con frialdad apuntandolo aún, él obedeció y se dio la vuelta, su rostro demacrado, sonrisa maligna y perversa, sus ojos negros reflejaban maldad pura, era delgado, cabello negro y barba descuidada, tenía una cicatriz en la mitad de su mejilla, me miró con una sonrisa, que me congeló hasta los huesos.
-¿Danielita, no sabías que el FBI está sospechando sobre ti y tus amiguitos?, lástima que me vas a matar y no te podré ver sufrir como lo hice con el Bastardo de Germán- dijo, pero no preste atención, mi ira era la que me manejaba y le dispare en el medio de sus pelotas se dobló y tomo sus partes y susurró un《Zorra》 con la voz agitada como si se estuviera ahogando, el hombre no gritó, no lloró, no peleó, nada sólo quedó en el suelo arrodillado y la cabeza baja, derrepente comenzó a reír, mi corazón latía como caballo desbocado, un escalofrío corrió por mi cuerpo erizando mi piel, este tipo realmente estaba loco, estaba desangrandose y lo único que hacía era reírse a carcajada como loco maniático.
-Sólo una cosa, ¿Quien ordenó todo?- Pregunté.
-Pensé que ya lo sabías- contesto, resople con furia.
-¡Habla!- grité
-¡El fiscal!,- gritó- el maldito fiscal lo ordenó todo, Danielita.
Dicho esto le descargue mi pistola en la cara, dejándolo irreconocible, la furia en mi cuerpo se descargaba en cada disparo, no quería seguir viendo esa horrenda imagen y me fui a un pequeño lugar en Italia que me traía paz.
(...)
Estaba en el pequeño muelle sola a oscuras sentada a las orillas de este, había pasado primero a mi casa para bañarme dejar el arma, en casa ya todos estaban durmiendo eran alrededor de las dos de la mañana, este siempre era mi ritual cada vez que mataba a alguno de mis objetivos, necesitaba mi soledad, pensar, y tratar de callar cada uno de mis demonios, llorar lo que no podía llorar delante de nadie, gritar hasta quedar sin voz, sacar un poquito de ese veneno que poco a poco se comía mi alma y la llenaba de una oscuridad, cada día, cada hora, cada minuto o segundo, me sentía vacía, hace ya dos años que la felicidad no toca mi puerta, desde que papá murió mi cara no ve una sonrisa, una sincera, que en verdad refleje alegría.
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Labios Compartidos
FanfictionEl dolor y el rencor no están destinados para estar juntos son tan destructivos como una bomba nuclear, pero a veces la rabia y la sed de venganza nos hace querer destruir a quien más nos hizo daño sin saber que en el acto nos destruimos a nosotros...
