36. Poco

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Calle.

— Mamá — Mafe se giró y rápidamente sus ojos se volvieron llorosos.

— Mí bebé — ella tomo mí rostro entre sus manos y lo beso.

— Estas aquí, estás conmigo, sabía que estabas bien, pero tenía miedo mí amor — solo la pude abrazar, ya nos habíamos instalado en la mansión pero no había logrado ver a mí mamá, Juliana se encontraba de viaje por lo que no era un problema.

— Estoy bien mamá pero César descubrió donde estábamos y ellos estaban en peligro — mí mamá lloro desconsolada

— Y tu también mí amor — yo negué

— Mamá, no soy inocente, no voy a ensuciarme más las manos con César pero reuniré las pruebas para encerrarlo y luego me voy a entregar — mí mamá sollozo.

— Si te entregas te darán cadena perpetua — ella lloró y yo la abracé.

— Ese fue el camino que yo elegí, ahora tengo que cargar con mis consecuencias — ella seco sus mejillas.

— ¿Y Poché? Esa niña todavía te ama—

Yo sonrió,  mí Poché, ya no será mía.

— Poché será feliz pero en otros brazos, con otros labios, ella merece una mejor vida que claramente yo no le puedo ofrecer y prefiero ser egoísta conmigo misma que obligarla a estar conmigo y alejarla de su familia y amigos —

Mamá solo asiente y luego va a el salón para saludar a los chicos.

Va a doler pero es necesario.

Poché.

Nunca había odiado tanto un lunes como a este, la semana había empezado y ya me encontraba en mí oficina trabajando en algunos planos para un proyecto personal de mí padre.

— Celia por favor  llama a la oficina de mí tío a ver si está — le pedí a mí secretaria a través del intercomunicador.

— Enseguida señorita Garzón — contestó del otro lado.

Solo fue cuestión de segundos.

— Señorita Garzón el señor Garzón no sé presentó hoy.

Era el momento.

— Gracias Celia — rápidamente tomé mí teléfono y salí de mí oficina llame el ascensor a mí piso, tenía que llegar rápido al piso de mí tío.

Entre al ascensor y pulse el piso cuatro donde se encontraba su oficina, cuando la caja metálica se abrió salí con prisa de esta, la oficina de mí tío era una de las primeras por lo que ocupaba la mayoría del piso cuando estuve al frente de su puerta tire la perilla y por supuesto tenía llave, por lo que recurrí a la copia que mí papá tenía en su oficina y abrí la puerta.

Cerré esta detrás de mí con llave  y rápidamente camine a su escritorio, había de todo tipos de papeles, y tenía que ser cuidadosa en dejar todo en su lugar.

Hasta que llegué a él.

Era un cajón el cual claramente tenía llave, sabia que cualquier documento importante mí tío no lo dejaría a simple vista.

Deje todo en su lugar para salir de su oficina, tenía que encontrar la llave que abría ese cajón.

Cuando estaba a punto de salir escuché el Ding del ascensor.

Mí cuerpo se paralizó,

¿Podría ser alguien más?...

No.

Los pasos se escuchaban cada vez más cerca.

¡Muévete idiota!.

Rápidamente corrí a esconderme detrás de uno de los muebles de la oficina.

La puerta fue abierta y la voz de mí tío retumbó en el lugar.

— Investiga en qué hueco se está escondiendo ahora — pude escuchar cuando se sentó en la silla detrás del escritorio.

El silencio inundó el lugar y mis nervios estaban al tope.

El teléfono de César sonó.

— Garzón — contestó.

— ¿Qué? — gritó de repente al escuchar a la otra persona.

— ¡Esa perra tiene que morir! — Exclamó con repudió

— Son unos inútiles — hizo un silencio prolongado al colgar la llamada

Por un pequeño espacio lo pude ver  rápidamente teclear en su teléfono.

Estaba sin palabras, ese no era el César Garzón que yo conocía.

Alguien tocó la puerta.

— Adelante — la puerta fue abierta y detrás de ella apareció un hombre que jamás en mí vida había visto, vestía un traje que desde lejos se veía carísimo.

— Máximo pasa adelante — mí tío lo invita a pasar.

— ¿Deseas algo de beber? — ofrece ya en su lugar detrás del escritorio.

— Estoy bien César, vengo hablar de la perra que me vendiste — mí tío demostró una sonrisa que estremeció mí cuerpo.

— ¡Ah! ¡La dulce Stella!, ¿Qué sucede con ella? —

¡Por Dios que era esto!

— No sirve para nada, no me complace en nada.

— Tiene solo 12 años está aprendiendo amigo, tienes que enseñarle quien  manda y como te gusta que te atiendan.

Esto no podía ser

Rápidamente saque mí teléfono y comencé a grabar la conversación.

— Lo único que me hizo comprarla es su virginidad, tenías que oírla suplicando a gritos—

Tuve que reprimir un sollozo.

Ambos se reían de lo dicho.

Eran unos monstruos.

— ¿Cómo vas con el otro problema? — pregunto el hombre.

— La maldita está viva es peor que un grano en el culo — el otro hombre río fuerte.

—,Te dije que era mejor afectar a Germán con alguna bala y dejarlo paralítico, el matarlo te dejo a la perra de Daniela cobrando venganza.

Yo ya no podía retener las lágrimas y simplemente temblaba no sé si de miedo o rabia.

— Danielita... Danielita... A la pobre Danielita se le viene el infierno encima — mí cuerpo se estremeció, ella si estaba viva, ella estaba con vida y en peligro.

El silencio fue interrumpido por el ruido de un teléfono.

Mí cuerpo palidece.

Era el mío.

— ¡Ja!, Parece que hemos tenido compañía Cesar.










Geenssys Lam's.

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