16. Tu Mamá

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Calle/Sam.

Ella era una obra de arte, su cuerpo, sus ojos, su voz, toda ella y me estaba convirtiendo en adicta a sus besos, a su cuerpo, ver su desnudez cubierta solo por una sabana blanca era la mejor parte de amanecer con ella.

— Me encanta que me
mires— escuche su voz somnolienta, la mire y aún tenía los ojos cerrados.

— A mi me gusta mirarte — susurre en su oído mientras escondía mi cabeza en el espacio de su cuello y hombro.

— Buenos días — susurre en sus labios luego de darle un corto beso.

— Son muy buenos días — dijo mientras sus dedos acariciaba mis brazos.

Ella se acercó a mí y me beso lentamente, sentándose en mi regazo con su dorso pegado al mio, era tortuoso, ella jugaba conmigo cada vez que mordía mis labios, dio una última mordida para alejarse por unos centímetros.

— Creí que estabas agotada.

— ¡Claro que lo estoy! Pero es imposible sacarte las manos encima guapa — susurró mientras besaba y mordía mi cuello y vaya que estaba logrando calentarme, le di la vuelta quedando yo arriba mientras me colocaba entre sus piernas, sentir su piel contra la mía era la mejor sensación.

— Me encantas— baje mis besos a sus pechos torturando su pezón izquierdo mientras ella trataba de amortiguar sus gemidos tapando su cara con una almohada, mis besos comenzaron a bajar hasta llegar a su abdomen dejando mordidas, iba a seguir bajando hasta que unos toques en la puerta hizo que Poché del susto me tirara al suelo.

— ¡Mierda Poché! — Me queje ella se metió al baño y sacó una toalla, mientras yo recogía mi ropa.

— ¿Poché? — la voz de una mujer resonó detrás de la puerta.

— ¡Ya voy mamá!, Sam escondete— susurró mientras se enrrollaba en la toalla, mi primera opción fue esconderme bajo la cama.

GRAVE ERROR.

El lugar era extrecho y me faltaba el aire, ¡Ja! ¡Voy a morir desnuda!.

— Buenos Días Mami — dijo cuando abrió la puerta.

— Buenos días mi amor— contestó la mujer que como había dicho ella era su madre, ella procedió a sentarse en la cama y vaya mierda, esta se hundió un poco volviendo el lugar más estrecho.

— Hija vine para decirte que esta noche la familia Londoño vienen a cenar con nosotros.

Dios me sentía incomoda escuchando una conversación privada.

Estaba tratando de no morir asfixiada cuando una araña se estaba acercando a mi y traté de sacudirla reteniendo un grito.

¡Le tenía pavor a las arañas!

— ¿Qué fue eso? — preguntó la señora mientras yo trataba de alejar la araña soplando con mi boca.

— ¿Qué cosa? — escuche la voz de Poché nerviosa.

Había perdido de vista la maldita araña hasta que sentí algo caminar en mi espalda, sabía que era la desgraciada y desesperadamente traté de sacudirla pero golpee mi cabeza en con la pata de la cama.

— Maria José Garzón ¿Tienes a alguien escondido aquí? — escuche que le preguntaron a Poché y luchando con todas mis fuerza deje de moverme pero podía sentir a la araña caminando por mi espalda, mi cuerpo temblaba tratando de retener los impulsos por quitarla.

—¡Por Dios mamá! Claro que no.

— Entonces que son esos ruidos— cuestionó, yo trataba de no moverme mientras mi cuerpo se sacudía en pequeños espasmos al sentir las patas del animal moverse en mi espalda.

Labios CompartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora