22. Creo que...

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Calle/Sam.

Las Calles se encontraban oscuras, cualquiera podría estar escondido en la penumbra de cualquier esquina, las temperaturas en Bogotá a mediados de Septiembre eran un poco bajas cuando caía la noche, más para mí que ya estaba acostumbrada al verano en Italia pero eso poco me importaba mí mente iba sumergida en recuerdos.

Cuando era pequeña mí mamá siempre me decía que la vida de los adultos era complicada por ellos olvidaban al niño que todos tenemos dentro. Mí papá siempre me pedía que cuando me llegará la hora de amar lo hiciera con el corazón de un niño pues ese es uno de los amores más puros que se puede recibir, no existe ambición ni rencores, no existe nada que manche ese sentimiento.

- Fracase papá - solté las palabras al viento y es que efectivamente había fracasado, había encontrado a alguien con quién me sentía diferente, alguien que me inspiraba ternura y deseo al mismo tiempo con quién era yo y a la vez no pues mí error era haber mentido desde el punto número uno, quizás me engañaba diciendo que ella no podría conocer mí verdadero nombre pero si quien realmente soy y la realidad es que no me conoce realmente soy un enigma para ella y se que a la larga ella va a sufrir y es lo que menos quiero...

...Pero ya es demasiado tarde.

Poché.

Las semanas pasaban y se convirtieron en meses y en un abrir y cerrar de ojos ya habían pasado tres meses y diciembre se hacía notar con sus bajas temperaturas y la características decoraciones de sembrina, mí relación con Rogers estaba en la cúspides del deseo y el amor, sí, amor recuerdo la primera vez que se lo dije.

Habíamos adoptado la costumbre de los domingo no salir de casa ya sea en su departamento o en el mío, nos encontrábamos acostadas en el sofá de su apartamento, yo en el medio de sus piernas y mí espalda en su pecho y ella estaba levemente sentada con la espalda apoyada del brazo del sofá. Escuchábamos musica mientras hablábamos de cualquier tema que surgía, hasta que la música cambio a un tema en portugués.

- ¿Cuántos idiomas Hablas sin contar el castellano?- pregunté mientras ella acariciaba suavemente mí cabello.

- Cuatro, Inglés, Italiano, Portugués y Francés y entiendo muy bien pero hablo pésimo el Alemán y Sueco- quedé sorprendida.

- Wao y ¿puedo saber que dice esa canción? - ella me sentó en su regazo y beso mí cuello.

-Eu Tiro A Sua Roupa - susurró sobre mis labios en un sensual portugués causando estragos en mí interior.

Ella estrelló sus labios con los míos mientras me arrebataba el aliento con su lengua y un sensual vaivén que dirigía con su mano derecha aún costado de mí cintura.

- En español - exigí al dejar una mordida en su cuello y luego dejar un camino de besos hasta su barbilla.

- Quitemonos la ropa- susurró al tiempo que quitaba mí camisa y yo la suya.

-Que nos viene bien- quitó nuestros sujetadores y recorrió la piel de mí cuello hasta mis pechos con su boca.

- Recorreme despacio por toda la piel - susurró y sus dedos se enrroscaron en mis pezones causando que de mí boca salieran jadeos y leves gemidos que morían en su boca.

-Y besame y besame- su boca era y es mí mayor tortura mí deseo de su boca nunca se terminaría, es insaciable la sed de sus labios.

- Comamonos a besos, ven devorame.- ella devoraba mis labios y competía con mí lengua.

Labios CompartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora