¡Ja, perra!

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Íbamos muy a prisa a la clínica cruzando por los edificios faltantes para llegar. 

Los enfermeros tratando de animarme para que siguiera despierta y Andrea a mi lado milagrosamente preocupada. Yo iba muy perdida. Así como imagines a un borracho o a un moribundo luego de una semana en ese estado, así estaba yo, casi-casi pareciendo zombi.

—¡Vamos Chia! —parloteaba Edge que me hacía sonreír como drogada por alucinógenos al verle tremendos hermosos ojos azules.

 —Será mi chico algún día —pensaba idiotizada.

—Quédate aquí...

Cuando al fin conseguimos llegar, llamaron a la doctora Karen y a dos compañeros de Andrea para criticarle mi estado.

—Mira cómo nos traes a esta chica —le reclamaba Salomen, el de mayor experiencia en ese retorcido lugar.

—Date de suerte que el supervisor y la policía no están ahora, que si no, te llevan presa a vos y a los tuyos —le sostuvo el brazo, Andréh. Este llamó mi atención por su peculiar diferencia en el rostro. No era ni español como Andrea o colonizado como yo, era más bien un francés con bigote de Dalí.

Williams, no era una mujer que se dejara por cualquiera. Es más, yo creo que por nadie, así que arrebató su brazo como cientos de veces lo hacíamos nosotros con ella. 

—No me vengáis con amenazas, si me largo de aquí será mejor —recalcó su enorme enfado. 

Se soltó de sus malos comentarios y se dirigió a mí. Logré ver; con los ojos medio abiertos, que me observaba de una manera despiadada...parecía que me culpaba de algo. Después de pensarme repugnantemente débil supuso que era obvio echarme la culpa de lo que otros hacían en mí y de tener que causarle muchos desvelos.

—Andrea, ¿puedo hablar contigo? —se acercó Karen a Williams muy angustiada y ella tuvo que despejarse de la gran concentración que había consumado de estarme viendo tanto.

—Dime, te escucho —dijo Andrea muy segura de sí tratando de desviar su mala cara de la mía.

—No estoy segura de que sea la chica a la que buscas. La tienes aquí por error —me miraban ambas tratando de analizar; Karen con compasión y ella sin salirse de su postura de que a huevo de algo debía tener la culpa, aunque sea de no haber hecho nada para que mi madre me abortara. No sé, amarrarme yo misma con el cordón umbilical o auto-ahogarme. ¡Estaba más que safada!

—No la creas tan inocente. ¡Está loca! Al menos algo malo debió haber hecho —volvió a mirarme con rencor y fastidio. Sentía que tenía al mismísimo demonio advirtiendo mi final—. ¿Has leído lo que escribe?

—No significa que haya matado a alguien. Solo son ideas de una adolescente con ansiedad y odio, deberías mejor ayudarla a superar ese estrago. Ese es tu trabajo.

Williams callando el preguntarle quién era ella para decirle qué tenía que hacer con su trabajo mantuvo un silencio entre ambas cruzando miradas pensativas, rápido, para evadir ese mutismo, Karen extendió su brazo hasta el hombro de Williams.

—Pronto encontrarás al culpable, pero no los hagas sufrir en el proceso... ellos no tuvieron la culpa. La policía debería encargarse de ello.

Williams la miró egoísta y chocada de tanta gente que le quisiera brindar una recomendación donde ella sentía que hacía las cosas correctamente. Estaba harta de esperar a la supuesta "justicia" o a que la imbecilidad de los agentes hiciera milagros.

—¿Qué encontraste en ella? —evadió los consejos con esa pregunta.

—¿Tienen los resultados de Chiarola?

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora