Alice Rose

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Volví a recorrer los pasillos y después me detuve en los baños con ganas de echarme agua en mi aburrida cara. Abrí el primer grifo y asimismo escuché que alguien comenzaba a cantar con una hermosa entonación para luego abrir las llaves de las regaderas. Lógicamente era una voz de mujer que solo tarareaba un:  —Lary, lary, lary, laryli —no le di importancia y quería irme de ahí lo más rápido posible hasta que su misma voz me heló la piel haciéndome parar.

—Lary, lary, lary, sé que estás ahí —de repente sentí que reconocía esa voz, aunque esta vez era mucho más sexy, firme y excitante.

No había más nadie allí con nosotras así que tenía que referirse a mí, así fuere una persona o un fantasma. Sinceramente un escalofrío me recorrió desde los pies a la cabeza porque a como estaba mi estado mental era totalmente posible que pudiera ser mi imaginación jugándome una mala pasada. Me introduje más adentro del baño hasta llegar al área de las regaderas. Yo misma me sorprendo de haber tenido tanta valentía y no haber salido huyendo con los pantalones mojados. Cuando estuve muy cerca del otro lado de las puertas de la sauna la silueta de la fémina se lograba apreciar, aunque borrosa cubierta por el vapor. Tenía un cuerpo demasiado fascinantemente precioso que logró encantarme, a pesar de no tener clara mi sexualidad. Me perdí en examinarla muy bien; en saber si era real o un invento de mis apetitos sexuales hasta que ella le limpió el paño al lugar donde se encontraban sus pechos y pude verlos, no claramente, sin embargo, eran más hermosos de lo que imaginaba. Luego pude mirar y oír que una sonrisilla lanzó.

—Cualquiera diría que me quieres coger.

Diciendo esto realmente sí me imaginé tocándola, pero yo misma me di miedo con esos pensamientos y traté de devolverme a la realidad. Ella tomó después su toalla negra y la colocó cubriendo de sus caderas hasta sus muslos: tenía también unas fortalecidas piernas que me seguían haciendo creer que estaba alucinando y las hormonas se me empezaban a alborotar todavía más, induciéndome un sentimiento de querer tenerla en mis manos. Supongo que sería el último sueño lúcido de mi estadía en el hospital, porque realmente se sentía maravilloso, pero nada creíble. Ella caminó al lavabo que estaba a un lado y yo la alcancé allí confundida y extrañamente excitada, porque ¿quién demonios se calienta al ver a alguien que cree un fantasma? ¡O sea, realmente ya estuviera enfermando de serlo! Quizás mucha falta de sexo...

En fin, cuando estaba detrás de su espalda y ella agachada frente al espejo untando crema humectante sobre su piel dorada siguió riendo por tenerme tan liada y muriendo por tocar sus deliciosos senos que a propósito había dejado al descubierto. Me sentía realmente tentada a manipularlos con mis manos. 

—¿En serio no me reconoces?

Fue finalmente cuando levantó su mirada con una extensa sonrisa galante quedando frente al espejo que pude quedar completamente anonadada porque efectivamente, sí reconocía el rostro, mas no sabía de quién se trataba.

—¿Ally? ¡Wow!

Volvió a expresar la gracia que le causaba mi ingenuidad.

—Ella volverá en un momento. Soy una de ellas, de las que le hablan al oído. Soy una de las verdaderas Alicias que la hacen más fuerte. Llámame Alice Rose —luego de verme muda por su nuevo carácter me preguntó —¿No me dirás nada?

Suspiré para contenerme el lenguaje obsceno que tengo cuando me provoca alguien y solo lo reduje a una frase.

— ¡Qué hermosos pechos!

No dejó de reír también excitada sin dejar de ser galante y jugar con mis deseos.

— Ven.

Me acerqué a ella sin que dejara de ver hacia al espejo haciéndome imposible el no ceder a lo que su mirada provocativa me obligaba a hacer. Estando a milímetros de ella, me tomó las manos y me hizo lentamente quitarle la toalla cayendo así y cubriendo sus pies.

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora