Niñatas Parte 2

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Pienso que una razón a la amargura de Williams eran las palabras que a diario tenía que escuchar; supongo que eso es lo que caracteriza a un destacado psiquiatra como ella: el ser tan hijueputa descojonado y sin sentimiento de remordimiento ni de empatía con aquellos a los que ella consideraba inmerecibles. 

Un psicólogo se la pasaría diciendo que un en un ambiente así nadie merece estar y que de igual forma cualquiera podría volverse loco, pero Andrea era una más de nosotros.

Después de todo un psiquiatra es un loco más, pero con título. Dentro de una oficina resguardada por un montón de enfermeros solo un loco puede comprender a otro loco: solo que a ellos se les distingue con la palabra "doctor". A unos les combinaba más con su papel el bigotito lleno de maldad y los tacones negros, que a nosotros las cicatrices y los tatuajes, además del negro historial que aparecía en las bases de datos.

De igual forma como corrimos a los comedores, llegamos a las canchas. Marcus y otro llevaban consigo un par de balones para jugar uno de los mejores deportes.

—Como sobráis toca distraerse con alguna jodera, así que por ello tendremos una partida de básquetbol. Formaréis equipos, pero esta vez no serán chicos contra chicas, sino que todos revueltos. Por favor, Fabián y Sebastián, vosotros dirigiréis a los equipos y el que gane, pues nada, tendrá la satisfacción de presumirlo, como bien sabéis hacerlo, de hecho, la única mierda.

Se concentraron Fabián y Sebas en el centro de la cancha y cada uno debía unirse a quien quisiera. Yo traté de formar equipo con Fabián, mas no me fue tan bien.

Nos vimos ambos a la cara firmemente y él habló.

—¡Aquí no queremos niñatas!

Le sonreí y por fortuna, Sebas decidió escogerme, sino hubiese quedado como una excluida tal cual siempre me lo hacían por ser la calladita, aunque en realidad también era una hijueputa como ellos solo que resguardada.

—Aquí la única niñata eres tú.

Nos habían encerrado a todos por jugar asqueroso en la vida, pero ¡joder, era una de las mejores del básquetbol en mi universidad! Yo sería feliz si nunca dejara de jugar ese deporte que me devolvía la vida con un solo pelotazo en el rostro.

Nos dimos el mejor partido de todos en ese pequeño ciclo de vida de mierda que nos habían regalado. Chicos empujando a las chicas; esas mismas rompiéndoles los huevos a pelotazos con los pases intencionales, Andrea y los demás solo disfrutando de la función tragando palomitas y, sin embargo, ni aun así nos arrebataron lo glorioso que se sintió poder convivir con otros y despejarse al fin, aunque fuera a golpes. Nada distinto a sentirse como en casa.

A aquellos que manipulan a todos con su timidez nunca les creas o pueden derrotarte con 21 puntos, a las mujeres que ves débiles por su sexo jamás las subestimes o podrían humillarte haciéndote quedar como la niña llorona con olor a tutti-frutti que crees que es.

Sebastián fue un ángel con todas nosotras (porque mayormente el equipo era de féminas que Fabián rechazó), protegió a todas las chicas y si se lo imaginan, sí, sí estaba ahí por una conducta agresiva hacia/con los de su género. Para cerrar con broche de oro, Fabián venía tras de mí asquerosamente para tratar de evitar mi canasta, pero las ganas de querer humillarlo me permitieron anotar los dos puntos más cojonudos de todo el partido.

—¡La única puta niña llorona aquí eres tú! —le dije con agallas escupiéndole la cara dejándolo con inmensas ganas de meterme un puñetazo.

Sebastián desde lo lejos me admiraba por haber jodido a ese canalla y yo, por segunda vez en mi vida me sentía satisfecha ante aquellos que me habían sobajado con anterioridad.

—Bien, chicos, su descanso ha terminado. Volvéis a sus celdas.

Tuve que regresar a mi habitación para esperar aún más ansiosa a Andréh; tenía que entregarme una sorpresa, no podía dejarme sin ella...

Me sentía tan débil, pero cariño... soy fuerte. 

Aun más fuerte que tú...

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora