Sueños lúcidos

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—¡Chia! ¿Qué haces aquí?

—¡Ah, carajo, Andréh! Casi me matas de un estúpido susto.

—No lo hubiera hecho si no estuvieras aquí_ espiando.

—¡Eso es mentira!

—¿Quieres decir que lo que vengo viendo desde hace media hora desde aquella esquina, no era que estabas espiando?

—Entonces tú también lo estabas haciendo.

—A diferencia de que allá sí es mi lugar de trabajo y el tuyo aquí_ no. Te toca sesión con ella después, ¿verdad?

—Sí, pero quería imaginarme qué tipo de preguntas me hará cuando esté con ella y no terminar de cagarla.

—Mmmmm, ¿quieres ir un poco preparada?

—¿Ah? —cuestioné confundida.

—Ven, pero no le vayas a decir nada.

Me tomó de la mano para levantarme y a escondidas nos fuimos a su oficina. Abrió la puerta con su llave especial para luego pedirme que me pusiera cómoda en su sillón terapéutico. Siempre que entraba a terapia guardaba silencio hasta que alguno de ellos me hiciera alguna pregunta, pero solo esta vez no me aguanté las inmensas ganas de cuestionar.

—Por cierto, ¿qué diablos hacías ahí cuando desperté?, más bien, ¿por qué Andrea no te desechó del cuarto como perro con sarna?

—De hecho —acomodó su bata entre él y su asiento —yo llegué primero que ella y escuché todo con más detalle.

—¿Qué fue lo que dije? Apenas y logro acordarme —tomé asiento, luego de él insistir.

—Tu caso... Chiarola, me está preocupando. Has estado en una secuencia de brotes psicóticos mayormente por la noche —fijó su vista en mí para así tratar de convencerme que mi comportamiento me causaría problemas—. Andrea está por pensar que tus salidas, lejos de ayudarte solo te están perjudicando.

—Pero yo no recuerdo casi absolutamente nada, incluso comienzo a olvidar lo que soñé esta vez.

—No han sido simples sueños; son sueños lúcidos. Te encuentras en tu realidad, pero quebrantada. Lo alarmante es que de un trastorno delirante puedas pasar a la esquizofrenia.

—¿Qué? —salté exaltada del sillón para luego gritar—. ¡Estás loco! Yo no tengo esas voces raras dentro de mi cabeza hablándome todo el tiempo y diciéndome qué hacer.

—Eso es lo que tú piensas, pero te preguntas y te respondes tú sola, como si narraras y actuaras tu propia novela —me sonrió para recalcarme una obviedad desde su punto analítico—. En poco tiempo tendrás sesión con Williams y si no llegas con la mente preparada... puede que tengas que recurrir_ a idearte voces raras dentro de tu cabeza_ para salvarte de ella.

—¿Qué dices?

—Tus "sueños" y pensamientos pueden afectar tu estado emocional y social haciendo que incluso puedas comportarte agresiva y arruinar el bello historial que hasta ahora llevas de buen comportamiento. Ella te preguntará qué es lo que has estado soñando, qué es lo que has dicho y hasta los nombres de quiénes aparecen ahí.

—¡Pero si ni siquiera los recuerdo!

—Lo malo es que, aunque pocas, pero ella tiene anotaciones en tu expediente sobre estas últimas noches y ya conoces perfectamente su manera de sacarles la verdad. Además, tu reacción ante esto convenientemente le puede ayudar a ella para maltratarte en mayor grado, así que tienes que saber muy bien lo que dirás. Primero, quiero saber... ¿quién es esa que es la siguiente?

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora