Moratones...

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Cuando finalmente volvimos, yo traté de cubrirme la marca roja que su mano había dejado cerca de mi ojo con los largos mechones rubios de mi desgastado cabello y él, por su parte, intentaba pasar desapercibido llevando sobre sí su chamarra grisácea que alguna vez había sido remarcada por su hermoso y deleitante color negro; esta hacía caer frente a su rostro una de sus mangas, también para cubrir el moratón que yo le había plantado debido al tremendo puñetazo que le solté sin piedad alguna y sin medir las consecuencias notables a kilómetros. Pasé primero y por ser yo, Andrea le tomó nula importancia a mi ansiosa pero disimulada llegada y pude entrar sin problema alguno, sin embargo, Ander venía tras de mí y su inusual como peculiar forma de volver llamaron su atención haciéndolo detener advertidamente con la mirada.

Él se molestó y trataba de evadirla, pero Williams es Williams y algo que no fuera su opinión le importaba un cojón.

—Detente ahí.

—¡Ay! ¿Ahora qué quieres, Andrea?

Ella de inmediato le descubrió la cara sorprendiéndose internamente por el golpe que cargaba, él por instinto intentó poner una excusa, pero fue demasiado estúpida y muy cliché incluso para su desarrollada inteligencia al mentir.

—¡Pero qué demonios!

—Una rama me golpeó, mientras caminaba.

—¡¿Y esa rama sabía defensa personal?! No lo creo.

Mi mente solo pensó algo como: —huye lo más pronto que puedas antes de que logre acordarse de que existes—. Pero tan rápido como lo pensé su frase frívola me paralizó.

—Detente ahí, Chiarola.

Me alcanzó y luego hizo a un lado a mi mechón y así de veloz como nos detuvo, de repente ya estábamos en la oficina de observación esperando los "nada conocidos" regaños de Andrea y de nuevo, Andréh por ser coordinador del departamento, estaba escuchándolos.

—Solo a vosotros se os ocurre salir juntos y no hablo de pasearse "juntos" —remarcó esto último con voz grave—,  sino de ser pareja.

El bigotón escuchaba con los brazos cruzados recargado sobre la puerta de la oficina con la cabeza ligeramente hacia abajo pero totalmente atento a lo que Williams exponía, así tal cual, parecía que cualquier cosa que ella dijera a él le importaría conocer las razones; además de que tenía que indagar en las inconformidades de los psiquiatras que estaban a su cargo para buscar y dar solución a ellas.

—¿No os dais cuenta? Ahora han regresado con los vasos sanguíneos rotos sobre vuestros rostros... —interrumpió Lexy, fastidioso como siempre.

—¿¡Quéééé!?

—Moretones, Andrea —añadí asqueada de tanto concepto en Medicina que había tenido que aprender anteriormente, además de que durante en toda mi estancia allí siempre estaban hablándome de los "hematomas" que me surgían de la piel luego de mis sesiones con ella.

—¡Por dios! Deja de hacerte la interesante con esos ridículos términos médicos. Son abu_rri_dos.

En esos momentos; yo sin saberlo, Williams tomaba coraje hacía con uno de sus mejores amantes por su rebeldía y su despelotada forma de referirse a ella, mientras a él simplemente no le preocupaba en absoluto lo que pudiera hacer en su contra aquella otra descojonada o si eso provocase que su extra relación terminara. Andréh se mantenía todavía en silencio esperando a que Williams le cediera la palabra o a que esta reaccionara de forma brusca, como todos decían que lo hacía.

—Ah, con que queréis que os hable como entendéis par de ineptos.

—Yo no he pedido nada —dije irreverente echando mi cuerpo hacia atrás sobre la silla con un obvio gesto de cansancio.

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora