Y de la misma forma pasamos varios días más. Escapándonos del dormitorio sin tomar las medicaciones, algo que ya se comenzaba a notar en todo nuestro cuerpo, puesto que, en lugar de actuar como aliviadores ya se habían convertido en nuestra adicción. Para ese entonces el cuerpo necesitaba esa droga que lo adormeciera y no lo hiciera dar cuenta de nada. Los brazos y manos nos temblaban, tenía sueño en menor cantidad y mis labios estaban por sangrar, efectos secundarios de no tragar las pastillas. Un poco de pánico por ser los únicos descubiertos nos atacaba por distintas noches, aunque por suerte, cuando alguien lo hizo decidió unirse a nuestra fiesta de desesperanzados.
—Hola, chicos —llegó ella y con el rostro cansado también se recargó sobre la pared sentándose con las piernas cruzadas.
—¡Qué demonios! ¿Qué haces aquí? —sorprendido Lexy iba a levantarse, pero a tiempo logró arrepentirse.
—Quería respirar aire como ustedes —contestó Spejel, que es la chica introvertida ladrona que se integró al dúo antipático.
—Cómo, ¿cómo lograste salir? —cuestioné anonadada también.
—Eres muy torpe si ni siquiera notaste que...
Antes de que terminara la interrumpí porque obviamente no soy taaaaaan torpe.
—Que tú fuiste quién robó mi pasador.
—Umm, vaya, veo que muchas veces te subestimo. Ni siquiera te peinas, ¿cómo es que te diste cuenta?
—¿Debería decírtelo?
—Ya_ basta, ¿qué haces aquí, Fanía?
—Vi cómo han escapado cada noche de sus habitaciones y quise intentarlo, descubrir qué es lo que hacían fuera, supuse que estarían en un acto sexoso y penoso o, tal vez en algún ritual satánico, pero no, solo se quedaron en el acto penoso. ¡O sea, quién desperdicia la mayor oportunidad de huir para solo quedarse a ver la luz de luna!
—No es así, Spejel. No todo es fácil como piensas.
Ambos le arrojamos una mirada penetrante tanto que logramos hacerla callar y mantener unos momentos de tranquilidad, sin embargo, yo con una espinita de duda sobre la boca irrumpí el silencio tan frívolo de la noche para dar fin a esa duda tan enorme que todos teníamos.
—¿Por qué crees que nos dejan estar aquí? Sé que nos vigilan.
—Tal vez sea porque nos conocen perfectamente y saben que no tenemos los cojones suficientes para salir.
—Estamos tan cerca del inicio —Fanía soltó un suspiro para darle un toque más emocionante a su pequeña frase poética—, tanto que parece eterna e imposible la salida al final.
Y nuevamente, como estúpidas gallinas desplumadas, por supuesto, sin huevos, casi nos quedamos dormidos abrigados por las corrientes de aire que llegaban hasta dentro.
Si mi estancia en el hospital era rara y desconcertante la de Spejel también, aunque ella parecía tan normal como yo ante los ojos de los demás, así que supongo que de igual manera algún gran secreto perturbador resguardaba detrás de esa callada y asonante mente que no hacía más que dictarle cómo moverse estando entre muchas personas. Ella manejaba algo bien su agorafobia, lo cual yo no sabía hacer: teniendo en cuenta que la gente con su sola existencia me hace repugnarlas, por ello me es demasiado difícil ocultar mi odio y miedo por ellos. Fanía parecía ser más inteligente que yo, pero no más astuta e intrépida; sabía idear mas no llevar a cabo. Pese a eso, haberme robado el pasador y salir de su celda con él, también debió ser gracias a mí y mis llaves creativas.
Como sea, repentinas veces estuvo con nosotros sin aliento sobre una blanca y nada calurosa pared desperdiciando las mayores oportunidades de poder salir corriendo hacia la libertad. Abrumada, flaca y temblorosa rápido se integró a la rutina de vivir en el hospital. Fueron tantas madrugadas saltándonos medicaciones y horas de dormir que un zombi luciría hermoso a comparación de nosotros, por otro lado, a la mala solos nos estábamos desintoxicando de las adicciones que nos obligaron a tener. Lo bueno y lindo de todas esas noches de escalofríos fue mi convivencia con Ander y juro realmente que había vuelto a sentirme acompañada y amada.
Aún no había llegado mi ángel de la guarda para rescatarme de nuevo, pero Andrea sí estaba por descubrir o reclamarnos por nuestra imprudente conducta.
Para la siguiente madrugada acogedora, después de mucho e irrumpiendo un mutismo Lexy por fin habló.
Con la cabeza reposada sobre la pared y a puesto todo a que también un tanto mareado se regresó a verme; tomó mi mano para acariciarla confesándome algo que sinceramente me descontroló las ideas.
—Me he enamorado de ti como el del bigotito por Andrea.
Me carcajeé ante su comparación tan graciosa, pero más que nada por ser una incrédula.
—¿Cómo puedes haberte enamorado de mí?
—Te dije que como el del bigote por Andrea...sin alguna razón descifrable. Quiero...quiero que, de alguna forma el tiempo que estemos aquí lo hagamos juntos.
—¿Eso es una declaración de amor?
Sonrió apenado.
—Sí, muy pésima por cierto. Bueno, entonces tomando lo típico de un niño puberto, ¿quisieras ser mi novia? Lo digo ahora porque la luz más grande en este momento es la de la luna, y solo puedo prometerte un verdadero amor bajo ella.
Sin habérselo dicho, él había descubierto una de mis mayores pasiones que me hicieron no poder negarme. Seguía sin entender cómo pudo enamorarse de mí, pero no había ejemplo más perfecto para definir lo indefinible que el amor de Andréh hacia Williams. Y la verdad es que yo también le había tomado el gusto, aunque no llegando a ser un amor, sino que más bien, a la par un remedio para alivianar mi soledad.
—Yo tampoco sé dar un sí romántico, así que solo, sí —y por efecto de sentirme querida, reposé mi cabeza sobre su hombro uniendo él la suya para brindarme un primer calor de amor que parecía ser real.
Sujetando nuestras manos y en la misma posición permanecimos unos minutos más antes de irnos finalmente a dormir siendo ya aquello que muy rebuscadamente llaman "novios". De solo pensarlo no me reconozco, pero supongo que todos pueden tener una segunda oportunidad...
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𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"
Mystery / ThrillerEllos hicieron de mis últimos días unos tormentos: tormentos tan poderosos que acabaron con su vida misma. Se empeñaron en tratar de destruirme y verme derramar lágrimas por ellos, algo que consiguieron: lograron hacerme llorar por la desesperación...