De vuelta al loquero

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Me haría la tonta si me negara a aceptar que con ese golpazo mi madre no habría perdido la vida. Hasta muerta me seguía dando problemas...

Así que aproveché al lago que estaba cerca donde más de un drogado fuera de sus cabales iba a tirar todo tipo de cosas inservibles; en mi caso, un cadáver. La tomé por las piernas y arrastras la llevé hasta él, su rostro fino y material se golpeaba con las piedras del suelo y se llenaba de lodo, sus dientes hasta recolectaban basura y su sangre marcaba un ligero caminito rojizo que más tarde se pintaría de un tono que asusta a los conscientes. Yo apenas y pude aguantármela de esa forma, aunque afortunadamente tenía suficiente tiempo para terminar la obra y salir huyendo. Ya cerca de la orilla, le enredé al cuello un bauche de piedras y até con su ropa una bolsa con otras más por sus pies y brazos. La arrastré de nuevo a una ligera pendiente hacia el agua y con mis últimas pocas fuerzas terminé por dejarla hundirse. Al hacerlo, cayó hasta lo más profundo, tal y como lo esperaba, pero el ruido de su caída y las gotas de agua me hicieron volver a la realidad.

—Otra en mi lugar, Chiarola, te habría mandado a prisión donde te pudrirías hasta estar muerta y no a un psiquiátrico, del cual podrás salir cuando hayas mejorado. Hija, como madre y aun con toda mi frialdad no hubiera podido soportar que dictaran tu sentencia a cadena perpetua, porque tus crímenes lo ameritaban, intenté ponerme en tu lugar y la única razón que le encontré a tus actos impulsivos fue una maldita psicopatía incurable: por el bien de los demás y principalmente el tuyo no podía dejarte libre tan ligeramente... ¡pudiste hasta matarme! —¡ja, ilusa! Ni siquiera se imaginaba qué cosa tan magnifica estaba pensando, pero ella proseguía dándome su sermón como si quisiera arreglar todos los errores que cometió sobre mi persona.

—No podría asesinarte... de alguna manera solo me haces llorar y me convierto en un ratón asustado casi cerca de ser devorado por un león. Ellos eran frágiles y presas fáciles, tú... —pausé momentáneamente soportando un nudo en la garganta—, tú me habrías terminado de matar si algo me hubiese salido mal. Además, ninguna corte, ni juez, ni abogado me habría podido culpar de haber asesinado a alguien, pues hasta donde sé, escribir un libro no es un maldito delito.

Ella solo sonrió negando con la cabeza, sin embargo, sin decir algo más retomó su camino dejándome sola con el calor que me provocaba el frío del lugar. Yo tampoco pude pronunciar una palabra más, pues mi cuerpo estaba casi ardiendo pero mi mente navegaba congelada y totalmente en blanco. No había ni estrella ni luna que nos diera inspiración.

Y después pasaron ya los días que tenía de descanso y nuevamente era momento de volver. Sentía muchas ganas de escaparme y desaparecerme antes de regresar, aunque, por otra parte; echaba de menos estar sola encerrada en mi blanca y vacía habitación escuchando grit0os y delirios de gente loca.

Gastón me llenó de besos antes de despedirme otra vez y afuera los enfermeros y Andrea me esperaban con los brazos muy abiertos por si decidía poner resistencia. Pero no, sin echar la vista atrás me resigné a que debía volver.

—¡Hola, Williams! - Dije aburrida y sarcástica.

—Anda, sube —uno de los enfermeros extendió las puertas de la ambulancia del hospital y Andrea solo me dio el avión.

Al subir un tanto de vida se me devolvió, pude ver allí el rostro de todos, incluido el de Alexys. Él al mirarme, con una sonrisilla de felicidad me saludó haciéndome saber que no me había olvidado. Los restantes siguieron con la repulsión mutua.

Adelante los enfermeros y Andrea discutían el cómo nos ordenarían por enésima vez, puesto que hubo uno que otro, que decidió no seguir la regla de su medicación y estaba muy alterado: a ellos los llevaban con camisa de fuerza encadenados a las bancas, mientras que nosotros con la cabeza hacia abajo íbamos más que aburridos. Después de un largo viaje por fin llegamos, haciéndonos bajar como niños tontos de preescolar. A su vez, otras ambulancias más descargaban su pasaje y el lugar se hacia parecer como una secundaria en apertura, solo que esta vez eran enfermos mentales en lugar de niñatos que creían serlo.

𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝗜 "𝑬𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 𝑫𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒍"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora