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Capítulo 5: DE CAMPING CON MAMÁ

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Sephie:

Cuando llegue al departamento, Smelly Gabe, me pidió dinero, lamentablemente se lo di.

Entre a mi habitación, que en realidad no era mía. Durante los meses escolares era el ''estudio'' de Gabe. Por supuesto, no había nada que estudiar allí dentro, aparte de viejas revistas de coches, pero le encantabaapelotonar mis cosas en el armario, dejar sus botas manchadas de barro en elalféizar y esforzarse porque el lugar apestara a su asquerosa colonia, sus puros y su cerveza rancia.

El olor de Gabe era casi peor que las pesadillas sobre Alecto y el sonido de las tijeras de la anciana frutera. Me estremecí sólo de pensarlo. Entoces el sonido de la puerta y el llamado de mi nombre me llamaron la atención.

— ¿Sephie?

En cuantó mamá entro mis miedos se devanecieron, y por un momento me olvide de las pesadillas que andava teniedo.

Sally aka mamá olia a dulce, libros y chocolate. Tenia esa mirada que derrochaba dulzura y cariño, y una sonrisa que era tan cálida como una colcha tejida a mano.

— Oh, Sephie. — Me abrazó fuerte — No me lo puedo creer... ¡Cuánto has crecido desde Navidad!

Nos sentamos juntas en el borde de la cama. Mientras yo atacaba las tiras de arándanos ácidos, me acarició las mejillas y quiso saber todo lo que no le había contado en mis cartas. Me felicito por mis buenas notas y ser la primera de la clase; pero me regaño por romperle la nariz a una amiga de Nancy.

— Te tengo una sopresa cariño — dijo ella, acariciandome la cabeza — Vamos a ir a la playa.

— ¿Montauk? — pregunté emocionada, a lo que ella asintió — ¿cuando?

— En cuanto me cambie. — sonrió ella, pero el momento se arruino cuando Gabe hablo.

— ¿Qué pasa con ese pastel, Sally? ¿Es que no me has oído?

— A ver pendejo — hablé levantandome furiosa — Mi madre es tu esposa, no tu survienta, estamos de acuerdo? Asi que que ella no te va a cocinar, porque nos vamos de viaje — el cerdo iba a hablar pero le corté — y saldrá del presupuesto de la ropa, Porsiacaso nos llevamos tu asqueroso auto, Adios.

Le cerré la puerta en la cara.

— ¿Vamos? — le pregunte a mamá con una sonrisa inocente.

Gabe se tomó un descanso de su partida lo bastante largo para verme cargarlas bolsas de mi madre en el coche. No dejó de protestar y quejarse por perder asu cocinera —y lo más importante, su Cámaro del 78— durante todo el fin de semana.

Como no se callaba y me estaba irritando, cuando se fue por las escaleras , hice la seña de Grover, la garra del corazón, haciendo que las bisagras capturaran a Gabe como una bomba escaleras arriba, me reí un buen rato.

Cuando llegamos a Montauk, con mamá paseamos y reimos comiendo dulces azules, si leyeron el libro, sabran el porque de la comida azul, sino lo leyeron, pues aqui les explico.

Una ves Gabe le dijo a mamá que no existía tal cosa. Tuvieron una pelea, la cual era fue un poco tonta, pero mamá se lo tomo a pecho y comenzo la obsecion con la comida azul en las dos.

Hicimos una fogata, le pregunte sobre papá, era algo que me daba curiosidad.

— Era amable, Sephie — dijon—. Alto, guapo y fuerte. Pero también gentil. Tú tienes su cabello pelinegro, ya lo sabes, y sus ojos verdes — Mamá pescó una gominola azul de la bolsa de las golosinas —. Ojalá él pudiera verte, Sephie. ¡Qué orgulloso estaría!

Sonrei y abraze a mamá.

— Te quiero má...

— Yo tambien Sephie — me respondio dándome un beso en la cabeza