𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 "𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘"
❝ 𝑵𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒊𝒔 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ❞
En donde Martha, una chica mexicana, fan de percy Jackson; muere y reencarna en su saga preferida como 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗘𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 𝗝𝗔𝗖𝗞𝗦𝗢𝗡
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─ Esto es malo ─ murmuró Annabeth, a mi lado.
Estabamos agachados detras de un árbol, mirando la tienda de donas, la cual estaba al medio del bosque. Parecía bastante nueva, con unos escaparates muy bien iluminados, una zona de aparcamiento y un estrecho camino que se internaba en el bosque. Pero no había nada más en los alrededores, y tampoco coches en el aparcamiento. Vimos sólo a un empleado que leía una revista detrás de la caja registradora. El letrero de la marquesina, con unas enormes letras negras que incluso yo podía descifrar, ponía:
DÓNUTS MONSTRUO.
Un ogro de tebeo le estaba dando un mordisco a la última «O». El sitio olía muy bien, nos llegaba el típico aroma de dónuts de chocolate recién hechos. Y yo como buena fan de las donas, me estaba tragando las ganas de salir del escondite y correr hacia el puesto.
─ Quiero unas donas de chocolate... ─ suspire pesadamente.
Annabeth me chisto con una mala mirada, en forma de <<te callates a las buenas o te callo a las malas>>
─ Podría ser una guarida ─ dijo Annabeth.
Tyson soltó un gemido. No creo que entendiese a Annabeth más de lo que yo la entendía, pero su tono había conseguido ponerlo nervioso. Se había zampado media docena de dónuts de la caja y tenía la boca embadurnada de azúcar.
Traidor... yo que queria esas donuts.
─ Una guarida ¿para qué? ─ pregunté tontamente.
─ ¿Nunca te has preguntado cómo las tiendas de franquicias aparecen tan rápido? ─ respuso ─ Un día no hay nada y luego al día siguiente, ¿hay una nueva hamburguesería o una cafetería? Primero una sola tienda, luego dos, luego cuatro ... ¿réplicas exactas repartidas por todo el país?
─ Recuedo habermelo preguntado, pero nunca le tome importancia
─ Sephie, si algunas cadenas se multiplican a tanta velocidad es porque sus sucursales están conectadasde un modo mágico a la fuerza vital de un monstruo. Algunos hijos de Hermes se las ingeniaron para hacerlo en la década de mil novecientos cincuenta. Criaron... ─ Se quedó petrificada.
Sentí moviemientos atras mios.
─ No hagas... movimientos... bruscos ─ dijo por lo bajo ─ Muuuy despacio, date la vuelta.
Entonces lo oyeron: un chirrido, como algo grande que arrastra su vientre entre las hojas.
Me di la vuelta y vi una cosa del tamaño de un rinoceronte deslizándose entre las sombras de los árboles. Emitía un potente silbido y su mitad delantera se retorcía en todas direcciones. Al principio no entendí lo que veía. Luego comprendí que aquella cosa tenía múltiples cuellos: al menos siete, cada uno rematado con una sibilante cabeza de reptil. Tenía la piel curtida y debajo de cada cuello lucía un babero de plástico con una leyenda: «¡Soy el Monstruo de los Dónuts!»