𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 "𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘"
❝ 𝑵𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒊𝒔 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ❞
En donde Martha, una chica mexicana, fan de percy Jackson; muere y reencarna en su saga preferida como 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗘𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 𝗝𝗔𝗖𝗞𝗦𝗢𝗡
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— Martha, ¿hay muros en la cosa? — pregunté en susurró muy bajo mientras levitaba el cuerpo inconsiente de Damon.
— "No señorita. Su madre se quedó dormida en el sofa al esperarla"
Suspiré.
— Bien, no la despiertes aún.. — demandé — Pero hazme el favor de prepararme un café y calentar algunas donas.
— Eh señorita, ya no queda Donas...—me comentó Martha nerviosa.
—...¿Como?...
— Bueno, el señor Rhodes...
— Pinche James — dije frunciendo el labio y cerrando fuertemente mis ojos — Entonces preparame dos panes de jamon con queso y uno de pollo.
Le doy la mitada de unos de mis panes de jamón con queso a Damon y los demás me los como yo.
Al llegar a mi cuarto até a Damon con unas cuerdas que hacen que te quemes si lo conecto con magia.
— Bien terrón de azúcar es hora de despertar — caturré mientras me quitaba la ropa para cambiarme a mi pijama de Toy Story. Me lavé los dientes, me hice un moño alto y esperé paciente hasta que despierte.
* * *
Damon al despertar trató de pararse de la silla pero una cuerdas no le permitian, al ver enfrente de él vió a la niña castaña que ayudo a salvar y que al parecer le ayudó a recuperar su no tan apreciada humanidad.
—"Buenos dias Señor Salvatore, le pidó disculpas si se encuentrá incómodo pero la Señorita Adhara insistió ponerles las cuerdas por seguridad"
Damon le miró con una muca de incredulidad al ver que un fantasma se le apareció y le habló.
— ¿Esta casa es de los teletubbies o que? — cuestionó ironicó — Y tu que eres ¿gasparin o algún tipo de bruja que quiere venganza por matarla?
Antes de que Martha pueda responder Adhara ya se estaba despertando de su larga siesta en la mesa de su habitación.
— Mamaaaaá — balbuceó Adhara tallandoce los ojos — Me gustan los rubios....
— Felizmente que yo no soy rubio — habló Damon con una ceja alzado y negando la cabeza.
Persephone se sobresaltó salto y miró detrás de ella con los ojos achinados.
— ¡El secuestrado! — exclamó para luego sentir como Martha la callaba para que bajé su voz — Digo...¡El secuestrado! — habló esta vez en un susurró bajo.