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Capítulo 8: ME PELEO CON UNA BEYONCÉ FALSA

— Bueno, así pues... — dijo Quirón — Buena suerte, Sephie. Te veo a la hora de la cena.

Y se marchó al galope hacia el campo de tiro.

Ese Quirón, tan amable como siempre.

Me quedé en el umbral, un poco estupecfacta mirando a los chicos. Ya no inclinaban la cabeza. Ahora estaban pendientes de mí, calibrándome, más bien pensando si tenia algo valioso, aparte del vino no traje nada que tenga tanta importancia.

— ¿Y bien? — me urgió Annabeth — Vamos.

Así que, naturalmente, casi tropiezo al entrar por la puerta pero me agarre del marco de esta, a tiempo. Hubo algunas risitas, pero nadie dijo nada.

Annabeth anunció:

— Sephie Jackson, te presento a la cabaña once.

— ¿Normal o por determinar? — preguntó Travis Stoll.

— Por determinar — aclaró Annabeth.

Todos se empezaron a quejar. Luke se acercó a nosotras.

— Este de nuevo... ¿enserio? — me queje en voz baja.

— Bueno, campistas. Para eso estamos aquí. Bienvenida, Sephie, puedes quedarte con ese hueco en el suelo, a ese lado.

Apunto el espació que estaba pegado a la pared, no dejé pasar en la forma en la que dijo mi nombre o más bien toda la oración. Lo dijo de una manera que no sabria intrepretar.

— Éste es Luke — lo presentó Annabeth, y su voz sonó algo distinta. La miré y habría jurado que estaba levemente ruborizada. Al ver que la miraba su expresión volvió a endurecerse — Es tu consejero por el momento.

— ¿Por el momento? — pregunté.

— Eres un por determinar — me aclaró Luke —. Aún no saben en qué cabaña ponerte, así que de momento estás aquí. La cabaña once acoge a los recién llegados, todos visitantes, evidentemente. Hermes, nuestro patrón, es el dios de los viajeros.

Miré alrededor. Algunos me observaban con recelo, otros me sonreían coquetamente, y otros me miraban como si esperaran la oportunidad de hechar mano a mis bolsillos.

— ¿Cuánto tiempo voy a estar aquí? —pregunté.

— Buena pregunta — respondió Luke — Hasta que te determinen

Algunas risitas.

— Vamos — me dijo Annabeth — Te enseñaré la cancha de voleibol.

Me agarró de la muñeca y me arrastró fuera, mientras algunos chicos reían a mis espaldas.

— Jackson, tienes que esforzarte más — dijo Annabeth cuando nos separamos unos metros.

— ¿Qué?

Puso los ojos en blanco y murmuró entre dientes:

— ¿Cómo pude creer que eras la elegida?

— Pero ¿qué te pasa? Ni que fuera Harry Potter.... —Empezaba a enfadarme y cuando eso pasaba usaba el sarcasmo en su máximo punto — Lo único que sé es que perdí a mi madre, a mi unica familia, luchando contra un minotauro...

— ¡No les digas así! — me increpó Annabeth — ¿Sabes cuántos chicos en este campamento desearían haber gozado de la oportunidad que tú tuviste?

— ¿De que les mataran? — ladeé la cabeza.

— ¡De luchar contra el Minotauro! ¿Para qué crees que entrenamos?