𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 "𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘"
❝ 𝑵𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒊𝒔 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ❞
En donde Martha, una chica mexicana, fan de percy Jackson; muere y reencarna en su saga preferida como 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗘𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 𝗝𝗔𝗖𝗞𝗦𝗢𝗡
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Narrador.
─ Eh, colegas ─ dijo Ethan Nakamura ─ Bienvenidos a Estados Unidos.
Apareció con los sus dos matones osea los grandes osos gemelos.
Annabeth lo ignoro y fue corriendo hasta el cuerpo inerte de Persephone.
─ Sephie...sephie ─ susurró poniendo su deslocada cabeza en su regazo ─ No te mueras...porfavor... no lo hagas.
Grover llegó corriendo a su lado mientras soltaba lagrimas al ver el cuerpo de su mejor amiga inmovil.
─ ¿¡QUE LES HAZ HECHO?! ¡¿PORQUE LE HICISTE ESO?! ─ annabeth gritó, mientras agarraba su cuchillo lista para atacarle.
─ Hay porfavor ─ Nakamura rodó los ojos ─ No esta muerta, con la sangre que lleva en su sistema, la rompida de cuello es poca cosa....
No pudo terminar de hablar porque recibió un latazo en la cabeza.
─ Vaya, si que tienes hagallas cuernitos ─ se burló.
─ ¿Que quieres Nakamura? ─ farfullo Annabeth con despreció.
─ Bueno ─ dijo Ethan ─ lo que quiero es ofrecerte otra vez mi hospitalidad, por supuesto
* * *
Adhara.
Me desperté con un fuerte dolor en el cuello, en la espalda y con la vista nublosa. Sentí presencias detrás mia, pero no le preste atención al ver mis brazos alzados y atados con cuerdas de metal.
─ Hola Jackson ─ una voz me hizo voltear en la dirección para encontrarme con un chino ─ Porfin despiertas ─ soltó una ligera risa ─ mentira, mentira estuviste así solo unos veinte minutos pero bueno no vinimos a hablar de eso.
─ ¿Que es lo que quieres hijo de puta? ─ pregunte con odio y tratando de liberarme de las cadenas que tenian sujetos mis brazos pero más me movía más me dolía las muñecas.
Matalobos. Estos hijo de la chingada.
Tenia pensado salvar a Nakamura pero con esto ya sobrepaso mis limites y prefiero verlo morir.
─ Que modales Jackson. Pero que modales ─ se empezó a pasear por la habitación ─ Lo que quisiera saber y que me tiene con mucha intriga es que me digas donde esta el velloncino.
Me dió tanto regozijo la insistencias que solte una fuerte carcajada.
─ Quizá no me has oído ─ La voz de Ethan sonaba peligrosamente tranquila ─ ¿Dónde... está... el vellocino?