𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 "𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘"
❝ 𝑵𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒊𝒔 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ❞
En donde Martha, una chica mexicana, fan de percy Jackson; muere y reencarna en su saga preferida como 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗘𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 𝗝𝗔𝗖𝗞𝗦𝗢𝗡
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
▂▂▂▂▂▂▂▂▂
— Un momento — Annabeth se detuvo en la esquina de las calles Thomas y Trimble, y rebuscó en su mochila — Espero que aún me quede alguna.
— ¿Qué estás buscando? — pregunté, aunque ya lo sabia.
— He encontrado una, loados sean los dioses.
Annabeth sacó de la mochila una moneda de oro.
— Stéthi — gritó ella en griego antiguo — ¡Ó hárma diabolés!
Durante unos segundos no ocurrió nada.
Luego, poco a poco, en el mismo punto donde había caído la moneda, el asfalto se oscureció y se fuederritiendo, hasta convertirse en un charco del tamaño de una plaza de parking... un charco lleno de un líquido burbujeante y rojo como la sangre. De allí fue emergiendo un coche
El cristal de la ventanilla del copiloto se bajó y una vieja sacó la cabeza. Unas greñas grisáceas le cubrían los ojos, hablaba raro, farfullando entre dientes, como si acabara de meterse un chute de novocaína.
— ¿Cuántos pasajeros?
— Tres al Campamento Mestizo — dijo Annabeth. Abrió la puerta trasera y me indicó que subiera.
— ¡Agg! — chilló la vieja —. No llevamos a esa clase de gente. — Señalaba a Tyson con un dedo huesudo.
Vieja piruja.
— Les doy tres dracmas más... — ofrecí, haciendo brillar levemente mis ojos.
— ¡Hecho! — graznó la vieja, con voz asustada.
Me gusta dar miedo... creo que por eso me gustan los chicos malos.
Grrrrr.
Subí al taxi, Tyson se embutió en medio y Annabeth subió la última.
— ¡Long Island! — dijo la que conducía —. ¡Bono por circular fuera del área metropolitana! ¡Ja!
Se que pude haber creado un portal pero quiero volver a escuhar las coordenadas, no me acuerdo cuales eran.
Pisó el acelerador y yo me golpeé la cara con el respaldo.
— Eso, si no lo vi venir — susurre, sobandome la frente.
El taxi aceleró mientras doblaba la esquina de West Broadway, y la dama gris que se sentaba en medio chilló:
— ¡Mira por dónde vas! ¡Dobla a la izquierda!
— ¡Si me dieras el ojo, Tempestad, yo también podría verlo!
La conductora viró bruscamente para esquivar un camión que senos venía encima, se subió al bordillo con un traqueteo como para astillarse los dientes y voló hasta las iguiente manzana.