𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 "𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘"
❝ 𝑵𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒊𝒔 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ❞
En donde Martha, una chica mexicana, fan de percy Jackson; muere y reencarna en su saga preferida como 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗘𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 𝗝𝗔𝗖𝗞𝗦𝗢𝗡
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P
ersephone.
Recogí mis cosas rápidamente.
La tienda del campamento me prestó cien dólares en dinero mortal y veinte dracmas de oro. Las monedas eran tan grandes como las galletas de aperitivo y tenían imágenes de varios dioses griegos estampados en un lado y el edifico del Empire State en el otro. Los antiguos dracmas que usaban los mortales eran de plata, nos dijo Quirón, pero los Olímpicos sólo utilizaban oro puro. Quirón también dijo que las monedas podrían resultar de utilidad para transacciones no mortales, fueran lo que fuesen. Nos dio a Annabeth y a mí una cantimplora de néctar a cada uno y una bolsa con cierre hermético llena de trocitos de ambrosía, para ser usada sólo en caso de emergencia, si estábamos gravemente heridos. Era comida de dioses, nos recordó Quirón. Nos sanaría prácticamente de cualquier herida, pero era letal para los mortales. Un consumo excesivo nos produciría fiebre. Una sobredosis nos consumiría, literalmente.
Annabeth trajo la gorra que la hacia invisible de los Yankees, su madre se lo había regalado cuando cumplió doce años. También llevaba un libro de arquitectura clásica escrito en griego antiguo, para leer cuando se aburriera, y un largo cuchillo de bronce, oculto en la manga de la camisa.
Por otra parte, Grover llevaba sus pies falsos y pantalones holgados para hacerse pasar como un mortal. Llevaba una gorra verde estilo rasta, porque cuando llovía el pelo rizado se le aplastaba y se le veían la punta de los cuernillos. Su mochila naranja estaba llena de pedazos de metal y manzanas para picotear. En el bolsillo llevaba una flauta de junco que su padre cabra le había tallado, aunque sólo se sabía dos canciones: el Concierto para piano N.° 12 de Mozart y So Yesterday de Hilary Duff, y ninguna de las dos suena demasiado bien con la flauta de Pan
No tenia corazón para decirle que tocaba feo.
Así que le decía que no tocara hasta que sea sumamente importante.
El me miró con cara de confusión pero obedeció.
Nos despedimos de los campistas, y subimos por la colina Mestiza hasta el alto pino de afuera, la cual era Thalia, la que voy a conocer el otro año.
Genial...
Quirón nos estaba esperando sentado en su silla de ruedas, junto a el estaba un tipo, el cual lo identifique como Argos. Según Grover, es el jefe de seguridad del campamento.
— Éste es Argos — me dijo Quirón — Os llevará a la ciudad y... bueno, os echará un ojo.
