𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 "𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘"
❝ 𝑵𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒊𝒔 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ❞
En donde Martha, una chica mexicana, fan de percy Jackson; muere y reencarna en su saga preferida como 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗘𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 𝗝𝗔𝗖𝗞𝗦𝗢𝗡
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─ ¡Ja! ─ dijo Polifemo ─ ¡Repulsiva niña invisible! Ya tengo otra muy peleona para casarme. ¡A ti te voy a asar con salsa picante de mango!
Allí estaba Annabeth, sujeta por las piernas y retorciéndose boca abajo. Ella forcejeaba, pero parecía aturdida. Tenía un corte horripilante en la frente y los ojos vidriosos.
─ Voy a atacarlo ─ susurré a Clarisse ─ Nuestro barco está en la otra parte de la isla. Tú y Grover...
─ Ni hablar ─ dijeron los dos al unísono. Clarisse iba armada con una lanza rematada con un cuerno de cordero que había sacado de la colección del cíclope mientras que Grover había encontrado la navaja que le habia regalado el año pasado y el cual tiene grabado su apodo.
─ Atacaremos juntos ─ gruñó Clarisse.
─ Si ─ apoyó Grover.
─ Bien...─ dije son una gran sonrisa ─ Plan Florencia en marcha ─ termine con una ligera risa.
Ellos asintieron serios para después verme raro
─ Perdón, perdón. Me calmo.
Sabían de qué estaba hablando. Ellos se deslizarían a hurtadillas y atacarían al cíclope por los flancos mientras yo atraía su atención por el frente.
Blandí mi espada y grité:
─ ¡Eh, tú, rata de dos patas!
El gigante giró en redondo.
─ ¿Otro? ¿Tú quién eres?
─ Deja a mi novia. Soy yo la que te insulto.
─ ¿Tu eres nadie?
─ No, solo vine por un recado, pero no te preocupes ahorita lo traigo ─ rodee los ojos poniendome una mano en la cadera ─ ¡Obvio que soy Nadie, y vine a tu ejecución hermanito!
─ ¡¡Raaaarrr!! ─ rugió.
La buena noticia: soltó a Annabeth. La mala: la dejó caer de cabeza sobre unas rocas, donde quedó inmóvil como un muñeco de trapo.
─ ¡Por Pan! ─ Grover surgió por la derecha y lanzó su navaja, que rebotó, inofensivo, en la frente del monstruo. Por lo cual rodee los ojos por su estupides. Clarisse apareció por la izquierda, colocó la lanza contra el suelo, justo a tiempo para que el cíclope la pisara, y se echó a un lado para no quedar atrapada. Polifemo soltó un aullido de dolor, pero se arrancó la lanza como si fuese una astilla y siguió avanzando hacia mi.