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Capítulo 4: LA DECISIÓN DE BIANCA and ¡APOLO!

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𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐁𝐔𝐓 𝐏𝐒𝐘𝐂𝐇𝐎

[ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ꜰᴏᴜʀ -𝒁𝒐𝑬 ]

{🏹💔}

Me paseaba inquieta entre los lobos, sin ningún temor. Desde el otro lado del bosque Grover me miraba con temor, como si fueran a comerme, Nico me miraba maravillado, Thalia...thalia me miraba con una chispa de culpa pero sabía que no se iba a disculpar por la idiotez que me dijo, porque tiene su orgullo grande. Al igual que yo.

Al cabo de un rato regresé con los chicos, no sin antes despedirme de los lobos, Grover y Nico fueron y regresaron de su paseo por ahí. Una de las cazadoras me trajo mi mochila y Grover me ayudó a curarme el hombro.

─¡Lo tienes verde! - comentó Nico, entusiasmado.

─ No te muevas -me ordenó Grover- Toma, come un poco de ambrosía mientras te limpio la herida.

Empezó a curarme y yo hice una mueca de dolor que traté de ocultar, fallando en el intento. La ambrosía sabía a brownie casero; se te deshacía en la boca y te infundía una cálida sensación por todo el cuerpo. Entre eso y el bálsamo mágico que usaba Grover, me sentí mucho mejor en un par de minutos.

Nico se puso a hurgar en su propia mochila, que por lo visto las cazadoras habían llenado con todas sus cosas. Sacó un montón de figuritas y las dejó sobre la nieve. Eran réplicas en miniatura de los dioses y los héroes griegos, entre ellos Zeus con un rayo en la mano, Ares con su lanza, y Apolo con el carro del sol.

Dioses, que tierno.

─ Buena colección - le dije con cariño, pero rápidamente lo reemplace con ¿alegría?.

<<Acuérdate Adhara; no demostrar mucho las emociones frente a otras personas>> me recordé mentalmente.

Nico sonrió de oreja a oreja con emoción.

─Casi los tengo todos, además de sus cromos holográficos. Sólo me faltan unos cuantos muy raros.

─ ¿Llevas mucho tiempo jugando a este juego? - indagué con inocencia.

─ Sólo este año. Antes... - frunció el ceño.

─ ¿Qué? - le pregunté.

─ Lo he olvidado. Es extraño - Parecía incómodo, pero no le duró mucho - Oye, ¿me enseñas como hiciste eso antes? Ya sabes, lo de convertirte en lobo y sacar colmillos.

Le mostré mis ojos ámbar, mis colmillos y mis garras, pero sin transformarme porque si lo hacía, probablemente quede desnuda.

─ No puedo convertirme en lobo, porque quedaría desnuda frente a ti, y eso será muy incómodo - reí nerviosamente.