Enric.
En el camino a mi departamento comienzo a recibir llamadas de Egan pero no respondo a ninguna, no le dije que me iría pero no me importa. Llego a mi departamento, me cambio el pantalón y la camisa de vestir por unos shorts y una camisa de resaque, tomo mi mochila con las cosas que necesitaré y salgo de mi departamento.
Desde que llegué investigue por un lugar donde pudiera boxear y encontré un Gimnasio cerca de mi departamento. Llego al Gimnasio que encontré, pago la mensualidad y me registran, acomodo mis cosas en un casillero y antes de comenzar a entrenar comienzo a trotar en una caminadora durante cinco minutos, después hago treinta sentadillas seguidas y por último paso las vendas por mis manos y me pongo los guantes. Desde hace tres años comencé a boxear, era lo único que me tranquilizaba cuando me daban ganas de querer destrozar todo, justo como lo quiero ahora.
El golpear el costal de boxeo hace que de una manera u otra libere todo, cada golpe al costal, cada patada, hace bajar mi temperamento en otras ocasiones pero en esta siento que no hace más que aumentarla. No solo he boxeado golpeando al costal, algunas veces en Massachusetts llegué a subir al Rin con otras personas pero era solo entrenamiento, no eran peleas verdaderas.
Golpeó al costal con todas las fuerzas que tengo, le doy patadas y no se me quitan las malditas ganas de matar a Fabián.
—Aunque seas rudo deberías intentar un poco más calmado, así solo perderás tus energías.
Volteo a ver a él dueño de la voz, bueno más bien la dueña.
Es una mujer rubia, y algo guapa, aunque en este momento no tengo tiempo de pensar en otra cosa que no sea sacar mi maldito coraje.
Asiento y lo hago más lento.
Se acerca y sostiene el costal mientras yo lo golpeó.
—Eres nuevo ¿verdad?.—pregunta la rubia.
Asiento.
>>Se ve que eres buen boxeador, y de esos no hay muchos por aquí.
No respondo y sigo boxeando, me imagino que en lugar del costal de boxeo tengo a Fabián en frente y cada golpe que doy me da una felicidad tremenda. Mis ganas de destrozar todo van bajando. Y la rubia no se aparta del costal lo sostiene para mí.
Me detengo para hidratarme y la rubia se va a otro costal y comienza a golpearlo, tiene buenos movimientos. Colocando los puños cerrados cerca de la barbilla y da golpes con el brazo derecho, dando un paso a la vez con el mismo pie después hace lo mismo con el brazo izquierdo después intercambia los brazos derecho e izquierdo.
Yo sigo con mi entrenamiento hasta que decido que es suficiente. Me acerco al casillero dónde dejé mi mochila, la tomo y al voltear el choco con alguien, y ese alguien resulta ser la misma rubia.
Me sonríe.
—Buen entrenamiento hombre rudo.
—Igualmente rubia.
—Soy Natasha.—dice extendiendo su mano.
—Enric.—tomo su mano y después de unos segundos la suelto.
—Nos vemos luego hombre rudo.—dice dándose la vuelta y saliendo.
Alice.
Llegamos a la empresa Fabián y yo, como lo dijo, pasamos el fin de semana juntos en el departamento, no salimos en ningún momento de el, solo Fabián en una ocasión salió al estacionamiento para ir por un juguetito que tenía en su coche que por supuesto fue un muy buen juguete.
No tanto, tampoco exageremos.
Caminamos agarrados de la mano por la empresa saludamos a uno que otro compañero que nos encontramos, todos conocen muy bien a Fabián pues ya lleva tiempo, lo tratan con mucho respeto y le tienen cariño, pareciera que el es el verdadero dueño de la empresa y no Egan y Enric. Llegamos al piso que nos corresponde y cada uno se va a su oficina, no sin antes darnos un buen beso.
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Con compromiso (Libro II) Terminado
Teen FictionAlice la chica tímida que solo busca un poco de amor ah decido enfocarse en otras cosas, como su carrera y sus metas. Alice ahora tiene otra perspectiva del amor, aún cree en el pero no sabe si lo encontrará. A Alice le sucederá algo que cambiará...