Es necesario alejarse

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Enric.

Miro a Alice antes de salir de su habitación y se que algo está mal. Está más delgada, su rostro se ve demacrado y toda su piel se ve muy pálida, se ve desesperada como si tuviera ansiedad.

No quiero aceptarlo, pero se que son señales de drogadicción.

¿cómo mierda no nos dimos cuenta?

Le hago creer que la voy a dejar. Pero no es así, no pienso dejarla nunca, no me voy a separar de ella hasta ver qué está bien.

Salgo de su cuarto y del departamento para marcarle a Egan, enseguida me contesta.

—Necesito que me ayudes

—¿De que?—dice al otro lado de la línea.

—Alice…Alice se está drogando.

—¿De qué mierda hablas?

—Tu solo ayúdame a buscar una clínica donde pueda internarla.

—¿Estás seguro?

Aunque me duela, se que es lo mejor para ella. No puede seguir así.

—Si.

Termino la llamada y me dirijo a mi departamento, quiero cambiarme de ropa, tengo puesto un traje pues saliendo de la empresa me pase al departamento de Alice, pero quiero estar más cómodo.

Necesito llevar lo más pronto posible a Alice a un centro de rehabilitación, no puede seguir así. Ya tenía varios días que no la veía y no puedo creer que tan pronto se haya hecho adicta.

Supongo que la jodida droga le brindan paz y eso es lo que quiere ella, pero no voy a permitir que se pierda en esa mierda.

Cambio el traje por un pans y una sudadera, salgo de mi departamento y vuelvo al de Alice. Tocó la puerta y me abre Adelaide hace una mueca pero aún así me deja pasar.

—¿Alice ha salido de su cuarto?—les pregunto a Sofí y a Adelaide.

—No, creo que está descansando.—dice Sofí.

Camino hacia el cuarto de Alice, tocó la puerta pero no responde. Se supone que tendía que gritar que quiere estar sola como siempre lo hace, vuelvo a tocar y no se escucha nada, giro la perilla para entrar.

—Te va a volver a correr.—dice Adelaide.

Me arriesgo y abro la puerta, con la mirada busco a Alice pero no la veo por ningún lado. Me acerco a su cama y noto la cocaína en la mesita de noche, está regada y parece que  acaba de inhalarla.

Me acerco al balcón desesperado por encontrarla y tampoco está.

—¿Qué te pasa?—pregunta Sofí.

Les señaló la mesita y comienza a notarse la preocupación en Adelaide.

Sofí toca la puerta del baño pero lo responde.

—No ah salido para nada, tiene que estar en el baño.—dice Adelaide.

Empujó la puerta varias veces con el hombro hasta que abre.

Está recostada en bañera, su cabeza está recargada en el borde y tiene los ojos cerrados.

Se ve tan débil que me provoca miedo el hecho de tocarla siento como si la fuera a romper.

Me acerco a ella y tomo su rostro. Está muy fría y toda su piel se ve pálida, sus labios están morados.

—¡Alice!—grito para que me escuche y me responda algo, no importa si es para que me diga que me odia o que no quiere volverme a ver, pero no responde.

Con compromiso (Libro II) TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora