Eufonía

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Alice.

Coloco la liga sobre mi brazo de modo que apriete para que se note mi vena, cuando ya está lista voy introduciendo poco a poco la jeringa. Vacío la jeringa en mi, la saco y quito la liga.

Estoy sentada en el piso de la sala, me recargo en un sofá a esperar que la heroína haga efecto.

Adelaide se acaba de ir, así que aproveche, ella cree que descanso por mi misma, si la necesidad de las pastillas, pero lo que no sabe es que llevo una semana consumiendo la heroína. Insiste en que tengo que ir con un psicólogo pero no lo necesito.

Es cierto lo que me dijo la chica. Me ayuda y es mucho mejor que las pastillas. Con la heroína dejo de sentir lo que me atormenta, el dolor, la desesperación de mi cuerpo y olvidó todo.

Lo sé no soy estúpida su consumo excesivo hace la droga letal, pero mientras me ayude no importa, ya nada en mi vida importa.

Comienzo con la sensación placentera de euforia y voy sintiendo cada vez más mi boca seca.

Siento mi cuerpo adormecido, y me siento muy tranquila. Es la sensación que mas me gusta, que por fin puedo tener la  tranquilidad en mi y nada me atormenta. Cuando los efectos pasan, cada vez quiero tener más y más de esa tranquilidad, de ese placer de euforia.

Me levanto del piso un poco mareada y camino lentamente a mi cuarto. Me acuesto sobre la cama y sonrió al sentir la diversión en todo mi cuerpo, es maravilloso lo que me hace sentir.

Comienzo a sentir la calor en mi cuerpo pero lo ignoro y sigo con mi momento de felicidad.

Ya no recuerdo la cosas con tristeza y dolor, ahora las recuerdo con felicidad, como si lo volviera a vivir de nuevo y eso es una sensación única que me hace la heroína.  

No necesito de ningún psicólogo, ni de nadie, lo unico que necesito es cada vez más de esto, está tranquilidad y eufonía que causa en mi.

El dolor que siento en el fondo, está disminuyendo y gracias a esto, tal vez es porque por dentro me siento sin vida.

Siento mis párpados pesados y los cierro dejándome llevar por los efectos de la droga.

Enric.

Doy un trago a la botella que tengo entre mis manos.

Todo mi cuerpo pesa, no puedo pararme del piso, creo que hoy tambien dormiré en el.

Por el día trato de estar bien, por ella, pero por la noche desahogo todo mi dolor con las botellas. Lo sé, parezco un maldito niñato, pero no encuentro otra manera de sacar mi dolor. Es como si no fuera mi yo de antes, es como si fuera otra persona.

Cada que voy al departamento de Alice, se puede apreciar su dolor, su tristeza , en el departamento se siente. No ah querido hablar conmigo desde la última vez, nunca se cansa de gritarme que me odia y comienzo a creerlo. De un momento a otro comencé a perderlo todo. Primero mi madre, después Alice y mis hijos. Me arrepiento tanto de no haber hablado con ella aquella noche, solo le hice creer que no la amaba. Si tan solo hubiéramos hablado, si ella mi hubiera dicho que estaba embarazada todo sería tan diferente en estos momentos. Seguro estaríamos viviendo juntos, estaríamos viendo cómo le crecería cada día su vientre, estaríamos eligiendo nombres para los dos bebés, pero no, el hubiera ya no existe.

Esto es tan jodido.

Sofí entra y me mira triste.

—Joder hermanito.—se arrodilla frente a mi y me quita la botella.—No sabes cuánto me duele verte así.

—La estoy perdiendo…

Niega.

—Estoy segura que aún siente algo por ti, solo que está pasando por un muy mal momento.

Con compromiso (Libro II) TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora