Punto de quiebre

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Alice.

Abro los ojos y vuelvo a sentir ese dolor en mi, esa desesperación, ese odio, no quiero sentirlo más.

Quiero que pare, necesito que pare. Pensé que todo iba mejorando pero volví a caer.

Siento que ya no soy yo misma, soy diferente, tengo ataques de ira y ansiedad que cada vez me matan más y sobre todo siento la tristeza más que nunca.

Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar, es una pena que te vacía por dentro es como si ya no fueras tú, como si te hubieran robado una parte del alma.

Siento que cada vez necesito más de la heroína. Aún tengo dos dosis y no quiero acabármelas tan rápido pero necesito más de la tranquilidad que de me da.

Estoy apunto de ponerme una dosis cuando escucho que tocan la puerta de mi cuarto. Me tranquilizó para no demostrar mi ansiedad de la heroína y la escondo.

Abro la puerta y me encuentro con Enric del otro lado. Sus ojos tienen ojeras.

—¿Qué quieres?

—Necesitamos hablar Alice.

—Te eh dicho Miles de veces que no quiero.—hablo tranquila.

—En algún momento u otro tenemos que hacerlo.

—Ok, hablemos de una maldita vez para que te largues y me puedas dejar en paz de una vez por todas.—me hago a un lado para que entre, cierro la puerta cuando ya está adentro.

Se queda parado en medio de toda la habitación y yo me siento en la cama.

Sus ojos se ven tristes, no reflejan lo mismo de antes.

Nos quedamos en silencio hasta que decide hablar. Me mira a los ojos y yo a él.

—Se que no merezco el perdón pero aún así quiero pedirte…que me perdones, siento mucho por todo lo que tuviste que pasar, se que no es fácil, así como también se que no debí haberte dejado sola…debí haberte dicho todo lo que siento por ti, debí haberte dicho que eres a la única mujer que eh podido amar.

—¡Cuando amas a alguien, en lugar de huir como un cobarde, lo dices sin importar nada, sin importar si puedes ser o no correspondido, sin importarte lo que llegue a pasar, le dices que lo amas!

—Intentaba protegerte.

—¡¿Y lo hiciste? ¿Nos protegiste?!

—Se que no, joder lo sé.—comienza a caminar de un lado a otro y se revuelve el pelo desesperado.— y no sabes cuan arrepentido estoy, ni si quiera pude estar contigo en los meses y …joder lo siento, lo lamento, perdóname.

—Recuerdas que un día me dijiste que no debería perdonar a las personas que me lastiman…pues eso hago.

No dice nada y me mira. Después de unos segundos vuelve hablar.

—Podemos superarlo juntos.

—¡No joder yo no puedo…superarlo!—siento un nudo en mi garganta.—Eran…mis pequeños, y jamás los voy a tener conmigo…Yo tengo la maldita culpa.—mis lágrimas comienzan a salir.

—No, no, mírame—se andorrilla frente a mi y me toma de las mejillas.—no quiero que te culpes, cúlpame a mi porque yo soy el único que tiene la culpa, no mereces cargar con ese peso de culpa.

—Nunca debí haberme enamorado de ti.—digo negando y se queda serio.

—No importa lo que digas, nada cambiará lo que siento por ti, yo te amo.—dice mirándome a los ojos.

Con compromiso (Libro II) TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora