Isobel vio a Draco alejarse de ella, de vuelta a su apartamento. Las centelleantes luces navideñas de colores que colgaban de la recepción de San Mungo le seguían, moviéndose sobre su pelo mientras se alejaba de ella.—Hasta mañana.—había dicho, con un hombro apoyado en la pared de la recepción; las manos escondidas en los bolsillos de sus pantalones.
Se le había cortado la respiración; un centenar de sugerencias en la punta de la lengua; ven conmigo, espérame, déjame dormir en tu sofá esta noche, en lugar de estar sola en mi casa tranquila y sin comodidades.
Pero ella no lo había dicho, y él tampoco. Y luego habían llegado las siete, y ella había tenido que irse. Hasta mañana, Draco.
Nunca antes esa frase había tenido tanto peso. Quería cien mañanas con él, pero no había ni siquiera la certeza de una.
Cuando Isobel llegó al cuarto de Maggie, ésta dormía. No era ninguna sorpresa, pero aun así sintió una punzada de decepción. Se sentó, observando el constante ascenso y descenso del pecho de su madre, la frágil y grisácea piel de su rostro. Su mente estaba en la cabaña de la playa.
No le había dicho a Draco lo perfecto que había sido, lo increíble que era sentarse junto a una ventana que daba al mar.
Había estado abandonada, sí, pero qué fácil sería reconstruir las paredes, arreglar los muebles y conseguir nuevos lo que no se podía arreglar; limpiar y reparar el cristal de la ventana con un movimiento de varita. Qué bien encajaba con todo lo que ella quería de un hogar.
Pero probablemente él ya lo sabía. La conocía.
Se sentó junto a su madre durante las dos horas que duró la visita, pero Maggie no se despertó. Dormía plácidamente y apenas se movía.
A las nueve, Isobel se levantó para irse, colocó las flores en la mesita de noche de su madre y le dio un beso en la mejilla, cuando la fina mano de su madre se enroscó en su muñeca.
—No puedo hacerlo.
Isobel hizo una pausa.—¿Qué dices, mamá?
Pero su madre murmuró algo incoherente, volvió la cara e Isobel la miró fijamente; no puede hacer qué.
Puso una mano en la mejilla de su madre y, al instante, Maggie retrocedió ante su contacto, echó la cabeza hacia atrás y abrió los ojos y miró fijamente a Isobel.
—No le hagas daño
La puerta de la sala se abrió y sonó la voz de una enfermera.—El horario de visitas ha terminado.
—Espere,—dijo Isobel, volviéndose hacia la enfermera.—Espere, me está diciendo algo...
El hombre le dirigió una mirada impaciente, pero se alejó, e Isobel se volvió hacia su madre.
—Lucius.
Isobel se quedó helada.—¿Qué? Mamá, ¿qué ha hecho Lucius?
De nuevo, Maggie no dio muestras de haber escuchado a su hija. La mente de Isobel se aceleró.
Volvió a dar un paso adelante, poniendo tímidamente una mano en el hombro de su madre.—¿Mamá?
—Nunca podrán ser felices juntos,—susurró Maggie. Entonces sus ojos se pusieron en blanco y su cuerpo comenzó a convulsionar.
Isobel se tambaleó hacia atrás.—¡Ayuda!—gritó, buscando desesperadamente a la enfermera a su alrededor.—¡Que alguien me ayude, por favor!
Aparentemente, de la nada, las enfermeras inundaron la habitación. Empujaron a Isobel desde la cabecera de su madre, que se vio rápidamente abarrotada de hombres y mujeres con túnicas de color verde lima, presionando a su madre y gritando órdenes, y los ojos de Isobel se habían inundado de lágrimas...
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dear draco, 2 || TRADUCCIÓN ||
Fanfictiondear, draco parte II traducida al español; •mi queridísimo amor• original by: malfoyuh traducción autorizada. cover by: @M-MaxMalfoy <3