thirty-eight

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UN MES DESPUÉS

i s o b e l

Isobel estaba de pie en una pequeña y oscura habitación de la cuarta planta del hospital de San Mungo. Frente a ella había una gran recipiente circular de metal, que nadaba con la luz plateada de los recuerdos de Draco.

Durante un mes, había luchado contra su propio miedo. Sabía que ver sus recuerdos intensificaría todo lo que ya estaba sintiendo; sólo le haría sentir mayores olas de tristeza y arrepentimiento. Había temido que ver toda su historia -ser testigo por fin de todos los momentos que una vez había conocido- le haría echar de menos insoportablemente.

Resultó que ya le echaba mucho de menos. No necesitaba ver las cosas que habían sucedido en una vida anterior para echarle tanto de menos que le doliera.

Se armó de valor para ir a San Mungo. Había localizado al sanador que había atendido a su madre y le había pedido usar un pensadero. Y ahora estaba aquí, y no había vuelta atrás.

Ella había visto los recuerdos de su madre primero, inmediatamente. Ella le dijo todo lo que sabía, decía la carta de Draco. No habrá sorpresas. Aun así, Isobel había sentido el pecho apretado por los nervios, y sus dedos habían temblado al vaciar el frasco en el pensadero.

El frasco de su madre contenía breves segmentos de la vida que habían compartido. Retazos de la infancia de Isobel, en la que ambos padres eran felices y estaban sanos, en la que habían reído y bailado juntos y todo era bueno. Isobel vio a su pequeña hija de doce años recibir su carta de Hogwarts mientras sus padres la miraban, se vio a sí misma abrazando a su madre y a su padre y subiendo al Expreso de Hogwarts; vio a su madre enjugarse las lágrimas mientras las puertas se cerraban y el tren se alejaba.

Eran momentos que Isobel recordaba por sí misma, por supuesto, pero era extraño considerarlos desde la perspectiva de su madre. Era extraño pensar en la relación con su madre desde el lado de su madre y no desde el suyo propio, y fue cuando vio a su madre recibir la noticia de la muerte del padre de Isobel -fue cuando vio a su madre contener la respiración mientras esperaba que Isobel volviera de Hogwarts- cuando Isobel empezó a llorar también.

La escena se disolvió e Isobel se encontraba en en la sala de estar de su antigua casa. Vio su propio cuerpo tendido en el sofá, con una quemadura en forma de estrella en la garganta. Su madre estaba arrodillada a su lado, sollozando por la hija que casi había perdido.

Vio cómo Lucius Malfoy irrumpía en la casa, cómo su madre gritaba y se mantenía firme mientras él la amenazaba. Vio cómo Maggie tomaba una decisión precipitada que afectaría al curso de toda su vida. Maggie empaquetó sus pertenencias, borró los recuerdos de su hija bajo la mirada de Lucius y, siguiendo las instrucciones, borró también los recuerdos de Lucius y Narcissa. Trasladó a Isobel a su nuevo hogar y, varios días después, Isobel recuperó la conciencia.

La escena se disolvió e Isobel se encontró en el dormitorio de su madre. Maggie estaba de pie junto a la ventana, abriendo un sobre. Sacó dos trozos de pergamino.

La primera carta estaba firmada por Narcissa Malfoy. Sólo decía:

Lamento la pérdida de su hija.

Encontré esta carta en la habitación de Draco y pensé que le gustaría tenerla. Aunque nunca fueron el uno para el otro, estaban realmente enamorados.

La segunda carta había sido de Draco. Isobel observó cómo su madre estudiaba la carta, vio cómo se formaban lágrimas en los ojos de Maggie cuando empezó a comprender la profundidad del desamor de Draco. Maggie dobló el pergamino y lo colocó en el estante superior de su armario, sujeto por un frasco de polvo Flu. La escena se desvaneció una vez más.

dear draco, 2 || TRADUCCIÓN ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora