Caravana Gitana [Harry Potter]

Capítulo Setenta y Dos.

31 de Octubre, mañana.

Gabriel se despertó lentamente, con una sonrisa en su rostro mientras agitaba su mano para limpiarse. Casi todas las noches soñaba con Draco, y se despertaba pegajoso y bastante feliz. Pasaba mucho tiempo con el sexy rubio, y aunque se habían besado mucho, no habían ido mucho más lejos. Si bien no creía que uno tuviera que estar profundamente enamorado para tener relaciones sexuales, Gabriel sentía que deberían poder confiar el uno en el otro y no guardar grandes secretos. Gabriel podía sentir la cautela y la preocupación de Draco. Empeoraba cada vez que recibía una carta de su padre. Gabriel pensó que la única razón por la que Draco se sentía seguro para salir con él era porque Lucius pensaba que era parte de un "plan"; sin embargo, no le molestaba porque podía sentir cuánto le gustaba realmente a Draco.

Gabriel suspiró; estaba guardando sus propios secretos de Draco. Todavía no le había dicho a Draco que su hermana estaba viva, ni le había dicho a su novio cuánto sabía y qué había estudiado a lo largo de los años. Draco notaba sus desapariciones, a pesar de que no preguntaba por ellas. Gabriel necesitaba contarle todo a Draco antes de que su relación pudiera progresar más. Se estaba enamorando de Draco y quería hacerle el amor desesperadamente. La única pregunta que tenía que responder era: ¿confiaba en Draco con sus secretos?

Mientras Gabriel realizaba su rutina matutina de yoga, pensó en todo lo que había sucedido durante el último mes. Las piedras del castillo se habían limpiado casi por completo, y nadie tenía idea de por qué. Rita Skeeter había impreso todo tipo de artículos, reclamando todo, desde un ataque de Voldemort hasta los fantasmas de los Fundadores que se apoderaron de Hogwarts. Llegaron los aurores y después de tres días de investigación decidieron que la escuela no estaba en peligro y el público se calmó. Los estudiantes y el personal también habían cambiado. Las personas de diferentes casas se llevaban mejor y la antigua animosidad estaba desapareciendo lentamente. Los sensibles, como Gabriel y Luna, estaban mucho más relajados, aunque Luna todavía no tenía ningún sentido para la mayoría de las personas.

Terminando, Gabriel fue al dormitorio a ducharse. Al detenerse junto a la cama de Draco, lo observó dormir por un momento. Las pestañas doradas yacían sobre sus mejillas rosadas, y la cara de Draco estaba tan relajada y tranquila que parecía un ángel. Gabriel se inclinó y besó los labios de Draco. El rubio suspiró con alegría y los ojos grises se abrieron lentamente. 

—Buenos días— murmuró Draco con voz ronca por el sueño. 

—Buenos días. Lo siento, te desperté, pero no pude resistirme.

—Bueno, has que valga la pena y consideraré perdonarte.

—Haré lo mejor que pueda— respondió Gabriel con una voz sensual mientras bajaba sus labios a los de Draco.

HPHPHPHPHPHPHPHPHPHP

Radiante de felicidad, Gabriel se sentó junto a Draco en el desayuno. Estaba esparciendo mermelada de ruibarbo sobre su tostada cuando Luna se sentó frente a él en la mesa de Slytherin. —Buenos días, Gabriel.

—Hola Luna. ¿Cómo estás hoy?

Soñadores ojos grises se encontraron con los suyos. —Estoy bien; sin embargo, algo grande va a suceder más tarde hoy. Debes asegurarte de estar completamente vestido.

—¿Qué?— preguntó Draco, mientras miraba a su novio.

—¿Qué va a pasar?— Gabriel preguntó, la preocupación teñía su voz.

Luna se inclinó. —Una batalla.

Draco la miró con desdén incluso cuando los pelos en la parte posterior de su cuello se erizaron de miedo. —Lo dudo seriamente.