Caravana Gitana [Harry Potter]

Capítulo Cincuenta y Dos.

Draco conversó con un par de sus amigos de la escuela mientras Severus hablaba con la señora Weasley. Draco se puso un poco nervioso cuando los gemelos Weasley lo miraron con interés. Severus le había advertido que las rivalidades escolares debían permanecer en la escuela, por lo que estaba tratando de mantener la calma y no hacer comentarios sobre la horrible camisa naranja que llevaba Ron.

—¡Querubín!— gritaron los gemelos Weasley, corriendo hacia una figura vestida de negro de pies a cabeza.

Gabriel se volvió y les sonrió, comenzando a caminar hacia ellos. —Hola, ¿cómo están todos?— preguntó Gabriel.

—¡Querubín, querido, estuviste maravilloso!— le dijo la señora Weasley abrazándolo.

Gabriel se tensó un poco, pero le devolvió el abrazo. —Gracias, fue muy divertido.

—Suficiente de eso...

—...queremos saber...

—... en qué actos estuviste— dijeron Fred y George inusualmente en serio.

Gabriel parpadeó sorprendido y luego respondió. —Estaba en las estatuas del primer acto, las cuerdas para saltar, la pértiga china y la lucha con la espada.

—¡Nos has estado engañando!— exclamaron juntos.

Gabriel sonrió. —¿Han logrado obtener permiso para viajar con nosotros?— preguntó Gabriel.

—Aún no...

—...pero estamos...

—...trabajando en algo.

La señora Weasley gruño y el profesor Snape los miró sospechosamente.

Gabriel se rió. —Déjenme saber cómo va— volviéndose hacia el profesor Snape y Draco, preguntó—. ¿Disfrutaron el espectáculo?

Severus sonrió suavemente. —Fue bastante extraordinario.

Gabriel sonrió y se volvió hacia Draco. —Realmente lo disfruté— dijo Draco.

Gabriel sonrió de nuevo. —¿Te vas a quedar para la celebración?

Severus parecía pensativo. —Mientras que el hecho de que Draco esté aquí no sea un problema. Algunos de los niños con los que pelea en la escuela están aquí, y por mí, no quiero arruinar la noche de nadie al tener a su profesor presente.

—Draco puede quedarse conmigo, todo estará bien— dijo Gabriel, emocionado.

Los gemelos pasaron los brazos sobre los hombros de Gabriel haciéndolo ponerse rígido por un momento antes de relajarse.

—Prometemos...

—... portarnos muy bien.

La señora Weasley suspiró. —Sé que mi Ronald y el joven Draco no se llevan bien, pero este es un lugar especial y todos son bienvenidos aquí.

—Sí— dijo una voz cálida cuando Adonis se unió a ellos—, debes unirte a nosotros.

Severus se volvió hacia su ahijado. —Me gustaría quedarme, tío Severus.

Severus inclinó la cabeza. —Tendré que volver a la mansión y recoger nuestras cosas. ¿Debo llevar tus compras conmigo?

—Sí, por favor— Draco miró a su alrededor tratando de recordar dónde estaban siendo almacenadas.

—Necesitamos limpiarnos. Veremos a todos aquí en unos treinta minutos más o menos— dijo Adonis, sonriéndole al profesor Snape.

La señora Weasley sonrió. —Maravilloso, Arthur se acaba de aparecer para buscar nuestra comida para compartir, iré a lanzar unos hechizos a la cocina.