Capítulo Veintiuno

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Sonriendo Querubín corrió a la playa; Freja le había dicho que los Selkies ya estaban allí. Había tomado la pelota con la que habían jugado anoche y estaba esperando una gran tarde de entretenimiento con su nuevo amigo

—Hola Querubín, ¿cómo ha estado tu día?— Preguntó Jacob cuando el niño se acercó.

—¡Muy divertido! Pude escoger todo tipo de vegetales y duraznos. ¡La Sra. Atchison me dejó acariciar las ovejas, gallinas, gatos, cerdos y su perro pastor Pesky!— El pequeño rebotaba en su lugar mientras le contaba animosamente su día.—Pensé en un nombre para su hijo, ¿si aún quiere que lo nombre?

Jacob sonrió.—Sí, aún quiero que le des un nombre humano.

Querubín retorció nervioso el borde de su camiseta y miró al piso antes de decir—Um, bueno, estaba pensado que el nombre Jaime es lindo.— El niño miró a Jacob por entre su flequillo negro que asomaba de abajo del pañuelo blanco.

Jacob sonrió ante los nervios del niño.—Creo que Jaime es un buen nombre.

El rostro del pequeño se ilumino con una sonrisa y luego se dirigió al bebé foca. – Hola, ¿como estas hoy? Tu papá me pidió que te diera un nombre humano. Escogí Jaime. ¿Te gusta?

La foca bebé ladeo la cabeza, pensativo. – Jaime, sí, me gusta. Cuéntame sobre tu día.

El niño sonrió y se sentó en la arena donde llegaban las olas. Le lanzó la pelota a Jaime y luego comenzó a contarle sobre su día. Era mucho más fácil enviar imágenes y emociones que palabras y Jaime pudo experimentar en detalle el día de Querubín.

—Espera— dijo Jaime—, ¿qué son esas hermosas cosas brillantes?

—¿Estas?— preguntó Querubín mostrándole la imagen de unas pequeñas y delicadas criaturas. Revoloteaban entre las plantas de la granja, cuidándolas y ayudándolas a crecer hermosas y fuertes. Brillaban como los suaves colores del atardecer, sus alas transparentes captaban el sol al moverse. Parecían estar vestidas con girones de nubes y sus brazos y piernas eran de un soleado color bronce.

—Sí— respondió Jaime.

—Creo que son un tipo de hada. Me enseñaron todo sobre cómo crecen las plantas y que necesitan. Incluso había hadas para los animales, aunque no se me acercaron— el niño se detuvo un poco para ordenar sus pensamientos.—Algunas de las hadas se posaron en mi mano y me contaron sobre ellas y el tipo de magia que pueden hacer, como tú lo hiciste. Fue asombroso; incluso me dejaron practicar cuando nadie estaba mirando. En realidad no pude ver la diferencia, pero dijeron que la planta estaba más fuerte después de haber ayudado.

—Nunca supe que habían diferentes tipos de magia. El próximo año cuando vuelvas tendrás que contarme si encontraste otras más— dijo Jaime emocionado.

Querubín sonrió.—Lo haré. ¿Por qué no voy a ver si alguno de los adultos puede venir al agua para que podamos nadar?

—¿Por qué necesitas uno?— preguntó Jaime; sonaba confundido.

El niño se encogió de hombros.—Me dijeron que tenía que entra al agua con uno.

Los adultos en cuestión estaban sentados en la arena seca conversando mientras observaban a los dos niños, conscientes de que el niño había mantenido la habilidad de hablar telepáticamente con la Selkie.

—Jaime y yo queremos ir a nadar, ¿alguien podría venir conmigo por favor?— preguntó Querubín desde el borde del agua.

Adonis sonrió.—Yo lo haré.

—Gracias.

Adonis se quedó cerca de Querubín, pero permitiendo que se moviera libremente. Le costó un poco al niño descifrar la manera en que debía mover su cuerpo con la información que Jaime le había dado sobre nadar. Sin embargo, pronto, estaba nadando junto a la pequeña foca como si hubiera nacido un selkie. Adonis lo miró asombrado; ¿quién sabría qué cosas sorprendentes aprendería y lograría Querubín con este don?

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora