Cinco Años Después.

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Severus estaba asustado, lo que lo hizo enojar, e incluso la vista del buen culo de Adonis no pudo arreglar su estado de ánimo. Por supuesto, el hecho de que Adonis y su trasero estuvieran a medio camino de un árbol de cincuenta pies de alto podría tener algo que ver con eso.

Su esposo actualmente estaba escalando dicho árbol para obtener una orquídea. Una rara orquídea y la razón por la que habían viajado a América del Sur para empezar. Severus suspiró, ¿por qué Adonis tenía que hacer esto?

—Señor— preguntó el guía—. ¿Necesita que los escaladores se preparen?

La mandíbula de Severus se apretó mientras miraba al grupo de hombres que había contratado para trepar al árbol y conseguirle la orquídea. Sí, se ha estado quejando de que probablemente no sabían lo que estaban haciendo. Sí, había murmurado sobre ellos siendo torpes e inútiles. Pero Adonis ya debería saber que era solo que él estaba nervioso y que nunca quiso decir que SU esposo debía escalar un árbol tan alto y, por lo tanto, peligroso. —Pídales que esperen en caso de que sean necesario, y asegúreles que recibirán su paga completa.

—Sí, señor, ¿su amigo va a estar bien?

—Será mejor que así sea— Severus miró hacia el culo de Adonis deseando que su esposo tuviera cuidado.

—Maldita sea— gritó Adonis mientras se deslizaba su pierna mala chocando contra el árbol.

Severus dejó de respirar.

Adonis se levantó y se masajeó el muslo.

La fría culpa se asentó en el estómago de Severus. El muslo de Adonis había sido cortado y el hueso roto al saltar frente a una maldición que había sido pensada para él. Y ahora aquí estaba a treinta pies en el aire tratando de probarse a sí mismo o algo así de estúpido.

—Baja aquí— dijo Severus con una voz que habría hecho temblar de miedo a sus estudiantes mientras se apresuran a obedecerlo.

Adonis le sonrió. —Estoy casi allí. Bajaré en un minuto.

Severus se cruzó de brazos y, para que conste, no hizo pucheros. —No frotare ungüento en tu pierna.

La risa de Adonis floto a través del grueso dosel verde. Ambos sabían que era una mentira, Severus siempre cuidaría de él.

Adonis sacó cada delicada raíz de la rama y luego colocó la orquídea en la bolsa protectora. Con cuidado de no magullar ninguno de los pétalos azul oscuro, Adonis colocó musgo alrededor de las raíces y los roció con agua. Mirando hacia abajo, sonrió a Severus. Podía sentir la mirada enojada de su marido, lo cual era una tontería porque estaba usando una soga y un arnés que los escaladores habían colocado antes.

Oh, bueno, Severus siempre era divertido en la cama cuando estaba irritable y preocupado. Inclinándose hacia atrás, bajo a rapel del árbol y en un minuto fue agarrado por largas manos manchadas de pociones.

—Te ataré la próxima vez.

Deshaciendo el arnés, sonrió. —Amor, estoy bien— Adonis hizo una mueca cuando Severus presionó su muslo.

Gruñendo, Severus envolvió un brazo alrededor de su cintura y lo condujo a su tienda. La carpa naranja se destacaba en la selva tropical, probablemente lo único que podía. La tienda había sido de Adonis cuando viajaba con el clan Corazón de Dragón, cuando su pierna era fuerte y podía actuar en el circo. Severus había agregado algunos elementos esenciales, libros y equipo de preparación de pociones, pero se mantenía casi igual, alfombras orientales, el sofá blanco y la ropa de cama. A Severus le encantaba mirar a su esposo enmarcado por la tela blanca, su piel dorada y su cabello tan rico que parecía brillar.

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora