Capítulo Treinta y Nueve

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—Jaime, ¿cómo estás?— preguntó Gabriel mientras se soltaba de los brazos de Jacob—.Te extrañé— dijo mientras abrazaba con fuerza a la suave foca. Jaime se acurrucó en los brazos de Gabriel. Como hacían cada año, los dos amigos abrieron sus mentes y compartieron las cosas que habían visto y echo durante el año. Gabriel vio imágenes de peces, tiburones, ballenas y criaturas mágicas marinas. Jadeó cuando Jaime apenas logró escapar de una orca y observó asombrado cómo un grupo de sirenas flotaba justo en la superficie del océano para cantarle a la luna llena. Luego vio a otro grupo de sirenas acostadas sobre rocas cantando dulces melodías para llevar a los hombres hacia su muerte. Jugando alrededor de ella había un gato con aletas. —. Jaime ¿Qué es eso?

—Un gato sirena. Solo viven cerca de las sirenas; son peludos como un gato de tierra, pero pueden nadar. Papá dice que las sirenas una vez hicieron naufragar un barco que llevaba una camada de gatitos y no pudieron soportar el verlos morir, así que usaron magia y los hicieron capaces de vivir en el océano— dijo Jaime mientras observaba pasar el año de Gabriel: cómo las hojas cambiaban de color; la nieve; hacer monos de nieve; intentar todo el año pillar a sus padres. Jaime observó cómo Gabriel aprendió a pelear con espadas, cuchillos y unas estrellas bien duras que arrojaba. Observó al niño moverse de manera silenciosa a través de un bosque en primavera, pequeñas matas florecían a sus pies y cuando se asomó de atrás de un arbusto vio a tres unicornios pastando en el claro frente a él. Jaime desaceleró el recuerdo; los unicornios eran tan hermosos y elegantes, podía sentir la paz y la magia que salía de ellos aun en la memoria. Jadeó al ver una bestia que era parte hombre y parte caballo—. ¿Qué es eso?

—Un centauro.

Jaime asintió y volvió a la memoria, parecía muy importante. 

—Bueno, Pequeño Ángel, nosotros los centauros sabíamos de tu venida. Estoy aquí para decirte que te seguiremos si nos prometes volver las cosas a cómo eran antes— el centauro dijo, ominoso.

—No entiendo— respondió Gabriel.

El centauro bufó. —Claro que no, pero el baúl tiene la información que necesitarás— La memoria terminó y Jaime observó lo que seguía del año hasta cuando se enteró de su familia biológica y como habían muerto, luego vio lo del baúl.

—¡Tuviste un año muy interesante Gabriel!

Sonrojándose, Gabriel dijo —A veces creo que ha sido mucho. ¡Oye! Tu papá dijo que me tenías una sorpresa.

—Sí, pero tendrás que soltarme primero.

Gabriel soltó a su amigo y se alejó un poco. Lentamente, la piel del Selkie se movió y la forma humana de Jaime salió.

—¡Jaime, oh wow!— exclamó Gabriel mientras miraba la nueva forma de su amigo. Parado frente a él estaba un muchacho delgado con piel muy blanca, rizos negros que enmarcaban su rostro en un halo, y ojos negros que estaban brillando con diversión. Recuperándose de su sorpresa, Gabriel agarró a su amigo en un abrazo y sonrió ampliamente mientras brazos lo abrazaban—. ¡Esto es muy emocionante! ¡No puedo esperar para mostrarte todo!

Jaime rió, un suave sonido melodioso. —¿Quizás debería ponerme ropa primero?

Gabriel se sonrojó y luego caminó hacia donde estaban sentados todos. Agarrando una toalla, la envolvió alrededor de la cintura de su amigo— Toma, esto te servirá hasta que vayamos a mi habitación y te preste algo mío, parece que somos de la misma talla.

 —¿Puedo papá?— preguntó Jaime.

—Claro que sí, ¿quieres llevar tu piel contigo, o te gustaría dejarla con la mía?

Antes que Jaime pudiera responder, Gabriel habló retorciendo el borde de su camiseta, nervioso. —En realidad quería hablarles sobre eso. ¿Podría cepillar sus pieles? Estoy recolectando ingredientes de pociones y sé que el cabello de Selkie es difícil de conseguir.

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora