Capítulo Veinte

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Mudiwa regresó treinta minutos después al círculo y se sentó al lado de Vincent.—¿De qué me perdí?— preguntó.

— ¿Querubín ya se durmió?— Preguntó Vincent sorprendido.

Mudiwa sonrió. —Le di un baño rápido, luego leí tres páginas de su libro y se quedó profundamente dormido.

—Le contamos a Jacob sobre cómo conocimos a Querubín y lo que sabemos. Luego Jacob nos contó cómo se comunican las Selkies a través de telepatía. Por lo que pudimos deducir, Querubín 'aprendió' como hablar telepáticamente cuando tocaba al hijo de Jacob. Qué significa eso para después, no lo sabemos.

—Oh— exclamó Freja. —Me olvidé con toda la emoción. Esta tarde estaba enseñándole a leer a Querubín. Al principio yo sostenía los libros con él y él pareció adquirir algo de mi conocimiento como ha hecho con otras cosas. Luego hice que sostuviera solo el libro. Soto me pasó esos libros ayer y no los he tocado. Querubín tuvo un poco de dificultad, pero eran el siguiente nivel. Sin embargo no pareció perder lo que ya había aprendido de mí.

Jacob la miro confundido.—¿Crees que podrá comunicarse telepáticamente mañana?

Freja se encogió de hombros. —No lo sé, pero creo que es una posibilidad.

Todos guardaron silencio un momento. Luego cuando la conversación continuó hablaron sobre Querubín y sobre todas las cosas que había echo el año anterior. Los amigos conversaron hasta bien adentrada la noche.

Miércoles 18 de junio

La mañana del miércoles fue muy similar al día anterior. Practicaron yoga, desayunaron liviano luego Querubín fue con Soto para entrenar en artes marciales. Era como las diez de la mañana cuando un ahora limpio y súper emocionado niño estaba listo para empezar su nueva aventura.

Había tres bicicletas listas y dispuestas, una con un asiento de niños en la parte de atrás. Querubín estaba mirando alrededor esperando ver donde estaban todos, cuando Vincent, Mudiwa y Soto se acercaron.

—¿Listo para divertirte?— Preguntó Vincent. El niño asintió con ganas. Vincent sonrió. —Está bien. Tú, Mudiwa y yo iremos a la granja Atchison hoy. Podemos echarles una mirada a los animales y comprar algunos productos. Soto partirá con nosotros, pero él se dirigirá al pueblo. Él hará la cena esta noche así que necesita algunos ingredientes.— El pequeño asintió y le sonrió a Soto.

—¿Necesitamos algo más?— Preguntó Mudiwa pero antes que alguien pudiera responder apareció Freja.

—Esperen, Querubín necesita tomarse su poción protectora solar. ¿Necesitas comida o agua?— Preguntó Freja mientras le daba la poción al niño, luego sacó un gran pañuelo blanco y lo ató sobre la cabeza del niño.

—Gracias, Freja, me había olvidado de la poción y el pañuelo— dijo Vincent.— Aunque sí recordamos la comida, el agua y los cascos.

—Estoy feliz de ayudar, diviértanse chicos.— dijo Freja, le dio un beso a Querubín en la mejilla y se marchó hacía los buses.

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Querubín chilló mientras avanzaban por la carretera. Estaban montando en bicicleta en un tramo de carretera largo y llano, así que estaban uno al lado del otro. Mudiwa a la izquierda y Soto a la derecha. Habían andado lento al salir del campamento, pero ahora en la abierta carretera pavimentada aceleraron. El campo era hermoso. Hermosos prados verdes salpicados de flores silvestres. Aves y conejos revoloteaban, y Querubín estaba tan feliz.

Después de un rato el niño pudo ver un pueblo a la izquierda. Cuando un camino apareció a la vista Soto les hizo una seña y se dirigió al pueblo. No mucho más allá había un pequeño camino a la izquierda por el cual se dirigieron.

—Afírmate— Gritó Vincent. El niño se agarró con fuerza de la camiseta de Vincent. Mirando adelante no podía ver el camino, pero podía ver una granja a la distancia más abajo. En la cima de la colina Vincent y Mudiwa se detuvieron para asegurarse que el camino estaba libre, luego se arrojaron hacía abajo causando que el pequeño gritara de miedo y emoción, mientras el viento lo azotaba y el paisaje se volvía borroso. Al fondo disminuyeron hasta que se detuvieron completamente y tuvieron que empezar a pedalear. Los ojos del niño brillaban y tenía las mejillas sonrosadas. Mudiwa sonrió ante la obvia felicidad en el rostro del pequeño. Mirando a Vincent, Mudiwa le dejo saber que Querubín estaba bien.

El niño miró alrededor asombrado. Había pollos, patos, ovejas, cerdo y un gran jardín, un granero e incluso un tractor. Mudiwa se rió despacio mientras colocaba al chico en el suelo. Querubín tomo el agua que le pasaron mientras seguía mirando alrededor.

—¡Hola!— llamó una voz. El niño se giró hacia la casa y vio a una mujer con un traje de mezclilla y un gran sombrero.— Estaba esperando verlos a ambos hoy; ¿y quién es este chico que tienen con ustedes?— preguntó al acercarse.

Vincent sonrió. —Hola, Sra. Atchison, este es Querubín, un nuevo miembro de la tropa. Querubín, esta es la Sra. Atchison; ella y su marido son los dueños de esta granja y producen los mejores tomates de todo alrededor.

—Oh, cielos— dijo ella lanzado una palmada juguetona en dirección a Vincent mientras le sonreía al pequeño medio escondido tras las piernas de Mudiwa. —Hola Querubín, es un placer conocerte. ¿Vas a ayudar a escoger vegetales?

El niño, aun agarrado a la pierna de Mudiwa, se alejó un poco de él y se acercó a la exuberante mujer.—¿Podemos escoger la plantas?

—Si, por su puesto. Tenemos tomates, pepinos, calabacines, patatas, lechugas, repollos, pimientos,rábanos y diferentes hierbas. Tienen suerte hoy, nuestros duraznos están maduros y listos para recoger.

—Eso suena muy divertido— dijo Vincent.—¿Qué opinas Querubín? Apuesto que también podemos ver los animales.

El niño giró grandes ojos verdes hacia la Sra. Atchison.—¿En serio? ¿Puedo ayudar y también ver los animales?

—Claro que si cariño. Ahora déjenme ir a buscar unas canastas para que comencemos.

Soto sonrió ante la familiar campana de la puerta del Mercado del Pescado. Ya había comprado todo lo que necesitaba, pescado era lo último de su lista. Miro en el mostrador; todo lucia muy bien incluso había unas cuantas piezas que harían un muy buen sushi. Soto observó mientras Paul y Selena terminaban con el cliente que estaban atendiendo. Ria había pedido gambas si se veían bien, y mirando en el mostrador vio tres tipos de gambas que lucían bien frescas. Se giró al escuchar que cerraban la puerta y vio como ponían la señal de cerrado.

—Hola, Soto, estábamos esperando que vinieras hoy al pueblo. ¿Tienes tiempo? Los niños están con la mamá de Paul— Dijo Selena abrazando a Soto. Él suspiró profundo y sonrió cuando sintió que Paul se paraba tras él y los envolvía a ambos con sus brazos.

—Nadie me espera hasta la hora del té.

—Perfecto— dijeron los dos al mismo tiempo que guiaban a Soto a la casa detrás de la tienda. Soto sonrió al caer en la cama. Adoraba Sennen.



Autor: WitchDragonGC

Traductor: fadamaja

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora