Capítulo Veintisiete

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30 de octubre de1986

Vincent miró al campo de calabazas donde Querubín, Mitchell, Camellia y Justin estaban buscando la calabaza perfecta para hacer una linterna. Vincent se relajó en su asiento mientras los observaba. Amaba la casa de su madre. El aire fresco de la montaña estaba limpio, fresco y ligeramente perfumado por todas las plantas que crecen a su alrededor. Su mamá era dueña de todo el valle donde crecía una variedad de flores y hierbas, que luego secaba o procesaba en aceites esenciales que vendía al mundo mágico y compañías muggle. Había un pequeño pueblo squib cerca que procesaba las plantas. La granja era atendida y protegida por una manada de hombres lobo, que vivían en la montaña. Vincent salió de sus pensamientos cuando su mamá se sentó a su lado pasándole una taza de café.

— ¿Cómo andan las cosas?— le pregunto su mamá, su voz cálida y suave con un toque de ese acento único que consiguen aquellas personas que se la han pasado viajando por todo el mundo. Vincent miro a su madre. Sus ojos lavanda brillaban y su cabello rubio y corto enmarcaba su rostro. Hace cinco años cuando su padre había muerto de un ataque al corazón no había creído que su madre podía volver a ser feliz.

— Muy bien, tenemos todas las funciones vendidas en el verano y otoño. Cuando nos marchemos de aquí nos iremos directo a India. Adonis consiguió algunos espectáculos en el camino, incluso participaremos en unos cuantos festivales en India cerca del pueblo de Ria. Diecisiete viajaremos a India. Muchos de los que nos acompañan dicen que les gustaría unirse a nosotros de nuevo en la primavera cuando regresemos.

— Estoy feliz de que las cosas estén bien; debes avisarme la ruta que tomaran para reunirme con ustedes y conocer al bebé— Becky respiró profundo antes de continuar—. Querubín parece ser un niño muy dulce. Es tan educado y se porta tan bien.

Vincent bufó. —Oh si, mamá; se porta muy bien.

Ella levanto las cejas incrédula. —¿De verdad te quejas porque se porta bien?

Vincent suspiró y pasó frustrado una mano por su cabello. —No... si... no lo sé. No es correcto. Querubín ha estado con nosotros tres meses, mamá, tres meses y ninguna vez ha hecho algo malo. Ninguno de nosotros ha tenido que corregirlo, retarlo, castigarlo – ¡nada!— Vincent suspiró agitado y miró a su mamá con ojos suplicantes esperando que ella comprendiera—. Sé que debería estar feliz, pero él tiene seis años, debería portarse mal. Siento que no confía en nosotros, que aún teme que lo lastimaremos o lo enviaremos lejos. Aparte de ser consistente con nuestras reglas y comportamiento no sé qué más hacer.

Becky le dio una palmadita en la mano a su hijo. —Ser padre es un camino lleno de desafíos y dolor. Nunca es fácil. No sé cómo ayudar a Querubín, pero sé que cuando él te mira sus ojos se iluminan.

—Gracias mamá— dijo Vincent agradecido.

— ¿Los demás chicos se meten en problemas?— preguntó Becky después de un momento.

Vincent lo pensó.  —Bien, son buenos chicos, y lo suficientemente mayores como para controlarse la mayor parte del tiempo. Creo que hasta el momento, solo han sido cosas simples, como llegar unos minutos tarde y quedarse conversando cuando deberían ir a dormir. Estoy seguro que Camellia y Justin siempre pelean, son hermanos.

— ¿Querubín ha visto algo de eso?

— No en realidad, viajamos en buses diferentes, aunque a veces alguno de los adolescentes es enviado a nuestro bus. Me doy cuenta que es porque han estado peleando o haciendo travesuras, pero ellos le dicen a Querubín que es porque quieren jugar con él, así que no sabe que están en problemas.

Becky pensó por un momento. —Bueno, ¿cómo Querubín puede saber que es seguro hacer algo mal, si nunca ha visto cómo es un típico castigo?

Vincent parpadeó, nunca había pensado en eso. Mirando el campo de calabazas observó a los chicos por un momento. – Quizás debería hacer que Camellia, Justin y Mitchell hagan algo malo en frente de Querubín.

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora