Capítulo Veintitrés

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Querubín se aferró a Mudiwa mientras observaba el caos a su alrededor. El resto de la tropa había arribado y estaban conversando mientras tomaban el té. Había sido un día ocupado y el pequeño estaba sintiéndose abrumado y cansado. Girándose enterró su rostro en la camiseta azul de Mudiwa.

Los brazos del hombre se aferraron a su alrededor haciéndolo sentir más seguro y protegido. El Sr. Jacobs, después de ver a su esposa recibir con extremada alegría las orquídeas, hizo una habitación para Querubín en la carpa de Vincent y Mudiwa. Luego hizo otra en la carpa de Ria y Naveen para el nuevo bebé. El niño aún no había visto su nueva habitación; el Sr. Jacobs había dicho que tenían que esperar veinticuatro horas para que la magia se asentara y el espacio se volviera permanente. En la parte de afuera de la carpa ahora había un parche color turquesa, que representaba su habitación.

Querubín respiró profundo, inhalando el aroma picante y terroso de Mudiwa. Su propia habitación; el niño sonrió, nunca había pensado que tendría su propia habitación. Vincent había dicho que podía decorarla como pudiera. Acurrucándose más contra el cálido cuerpo el niño se relajó aún más.

El Sr. Flourish también había venido hoy, comprando la mayoría de los libros y dejando a su nieto Mitchell. Querubín miró sobre el hombro de Mudiwa; si, allí estaba. Mitchell parecía amable: tímido y un poco asustado, pero amable. Justo ahora estaba hablando con Camellia y Justin Prewitt los sobrinos de Quinn e Isabelle Prewitt. El niño suspiró... tantos nombres nuevos. Los rizos negros de Camellia y Justin rebotaban mientras hablaban con Mitchell, cuyo cabello rubio miel yacía recto y tranquilo. Querubín sonrió; nunca se había dado cuenta de que el cabello de alguien podía decir tanto sobre su personalidad.

Girándose para mirar en otra dirección, pero aun escondido, el niño observó a Vincent hablando con Quinn e Isabelle. Quinn también tenía rizos negros que mantenía cortos a los lados y largos atrás. Lo hacía lucir joven y libre. Isabelle usaba su cabello rubio pasado los hombros, donde flotaba suave con el viento. Querubín notó a Vincent sonriéndole. Sonrojándose le sonrió de vuelta y le hizo señas con la mano. Vincent movió sus dedos en su dirección.

Mudiwa rió haciendo que el pequeño cuerpo se estremeciera. Girándose miro con quién estaba conversando Mudiwa. Excluyendo a aquellos que recién se habían unido a la tropa estos tres eran los únicos que se quedarían después del primero de Agosto. Querubín había decidido enfocarse en aquellos que se quedarían y no prestarle atención a los demás. Había demasiada gente y emociones flotando alrededor.

Pequeñas manos aferraron la camiseta azul cuando el niño se dio la vuelta por completo para mirar a la gente con la que Mudiwa estaba conversando. Dario, Luca y Elena eran hermanos de Italia, había descubierto el niño al oír su conversación. Todos ellos tenían cabello castaño grueso y ondulado, piel de color oliva oscuro y ojos turquesas. Sus voces eran ricas con su acento italiano, pero igual podía entenderlos con facilidad. A Querubín le agradaban los tres hermanos; cuando lo pillaban mirando le sonreían o le cerraban un ojo en vez de ignorarlo. Parecían poder decir que necesitaba tiempo para adaptarse.

Vincent había estado observando a Querubín y estaba preocupado. Mudiwa lo tenía seguro, pero el niño no parecía estarse ajustando bien a toda la gente, en especial después del episodio de la mañana con los libros y Vincent tenía una idea del por qué. Acercándose a su amante Vincent dijo—Hola; ¿te molesta si tomo a Querubín prestado por un minuto?

Mudiwa levantó una elegante ceja.—Está bien— dijo soltando al pequeño.

Querubín miró a Vincent, luego sonrió cuando el hombre se arrodilló y lo tomó en brazos. El niño envolvió con sus piernas y brazos al joven y enterró su rostro en el grueso cabello castaño. Vincent sostuvo con fuerza al niño y caminó hacia el borde del campamento.

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora