Capítulo Tres.

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Cuando el niño se acercó al fuego, los ocho gitanos dejaron de hablar y lentamente se giraron hacia él. Vincent frunció el ceño, ¿este niño pequeño es lo que hemos estado sintiendo todo el día? Sus ojos encontraron a los de sus amigos cuestionando la presencia de este niño; todos parecieron responder lo mismo: ¿cómo diablos podría saberlo? Todos parecían estar en shock, mirando abiertamente al niño que frenéticamente  retorcía su inmensa camisa vieja entre sus dedos, mirándolos por entre su alborotado flequillo.

Respirando profundo y reuniendo su valor, el chico miró directamente a Mudiwa.

— ¿Hablaba en serio? —Preguntó con suave voz.

—¿Sobre qué cosa? —Mudiwa suavizó de manera deliberada su voz profunda.

—¿Que la gente puede ir y venir como desee? —Preguntó el niño con más fuerza, sus ojos mirando a los demás en el círculo.

Manteniendo su voz suave y tranquila, el sorprendido hombre respondió: —Sí. ¿Es por eso que estás aquí, para unírtenos?

Dándoles una gran sonrisa, el niño dio un paso adelante. —Oh, sí por favor. Puedo hacer todo tipo de tareas. No sería un estorbo, lo prometo. — Dijo, apretando las manos en un signo inconsciente de inocencia y sinceridad.

Los gitanos sonrieron ante el entusiasmo del niño, pero aun así estaban preocupados. Freja con gentileza le hizo un gesto al niño para que se acercara.

—Ven aquí, pequeño; acércate más al fuego. Íbamos a comer, así que, ¿por qué no te nos unes?

—¿En serio? — El niño nervioso caminó por el grupo hacia Freja, manteniéndose lo suficientemente lejos para que no lo tocaran. —¿Están seguros de que no hay problemas de que coma con ustedes? —Freja le sonrió con dulzura al niño, sin embargo en su interior estaba cautelosa. El niño actuaba como si hubiera sido abusado.

—Por supuesto, hay suficiente para todos. — Mientras el niño se acercaba más y se sentaba a su lado en la alfombra, miró sobre la cabeza de éste y se encontró con los furiosos ojos de Vincent. Bien, él también lo había notado. —Así que supongo que las presentaciones están en orden, ¿o ya captaste todos nuestros nombres?

El niño se sonrojó y agachó la cabeza al haber sido pillado. Ella no sonaba enojada; su voz seguía cálida y suave. —Lo siento, —dijo en voz baja. —no estaba seguro y...

—Oh, está bien querido. Creo que fue muy inteligente de tu parte esperar y ver. Ahora veamos cuán inteligente eres: ¿puedes recordar los nombres de todos? —Preguntó Freja con risa y amabilidad en su voz. El niño la miró y ella casi se quedó con la boca abierta cuando brillantes ojos verdes se encontraron con los suyos.

—Sólo sé los nombres de pila. —Respondió con timidez el niño. —¿Eso está bien?

Freja sonrió, sus ojos azul claro se arrugaron en las esquinas. —Eso está bien, querido. — Respondió ella y le dio una palmadita en la mano. Ella se detuvo cuando el niño se estremeció, luego lentamente continuó dándole palmaditas con suavidad antes de volver a poner su mano en su regazo.

—Uhm, bueno- está bien, entonces. — Brillantes ojos verdes escanearon al grupo con rapidez y regresaron a la dama hada a su izquierda. —Usted es Freja. —Ella le sonrió y asintió. Luego hizo contacto visual con profundos ojos color chocolate y suaves ojos color miel, ambos cálidos y amistosos. Él sonrió. —Ria y Naveen, — el niño se detuvo un momento, frunció el ceño en concentración y luego los volvió a mirar. —felicitaciones. — les dijo con dulce voz de niño, obviamente teniendo problemas con la palabra.

Ambos le sonrieron. —Gracias, cariño. — Respondió Ria.

El niño se sonrojó y bajó la mirada. Nadie lo había llamado "cariño" antes. Levantando la mirada, se encontró con los ojos de ella y se sonrojó otra vez antes de mirar a la siguiente persona. Pálidos ojos grises lo hicieron jadear; no los había esperado en el hombre con piel de ébano. Respirando profundo le sonrió al gran hombre. —Mudiwa. — Mudiwa asintió lentamente, impresionado de que este pequeño niño recordara su nombre tan bien. —Vincent. —Dijo el niño con calma, mirando al primer gitano que había visto y luego seguido. Vincent agachó su cabeza y luego lo miró con brillantes ojos color lavanda. El niño parpadeó y miró con más fuerza. Vincent le sonrió con suavidad; el niño nunca había visto una persona con ojos lavanda. Sonriendo, el niño se dirigió al hombre sentado a la izquierda de Vincent. —Soto. —Habló el niño, y contuvo el aliento. Los delgados ojos negros atraparon los suyos; de repente el niño no podía respirar y comenzó a temblar.

Caravana Gitana [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora