Caravana Gitana [Harry Potter]

Capítulo Setenta y Seis.

Lunes por la mañana.

Draco se estiró, sin sorprenderse al encontrar la cama vacía esta mañana. Cuando él y Gabriel regresaron a su dormitorio anoche, Draco había planeado desenterrar la verdad de su novio. Sin embargo, Gabriel lo atacó, efectivamente besando sus lejos pensamientos. Su cuerpo todavía zumbaba suavemente por el placer que Gabriel le había traído la noche anterior. Se preguntó cuánto tiempo Gabriel trataría de evitarlo.

Draco tomó un sorbo de té mientras leía el Diario El Profeta. "¿Niño que vivió mágicamente inestable?" proclamaba el titular. El artículo continuaba explicando cómo Harry Potter, también conocido como Gabriel Corazón de Dragón, había explotado por magia accidental y luego pasó dos días en la enfermería recuperándose. Tomando un bocado de pastel de frambuesa, Draco se preguntó cómo podría hacer que esto funcionara a su favor. De repente se puso de pie y salió del Gran Comedor a un aula vacía. Sentado en un escritorio, Draco sacó una pluma y un pergamino.

Querido Padre,

Es sorprendente cuán preciso puede ser el Diario El Profeta de vez en cuando. Mi novio se ha recuperado, afortunadamente. Tengo un plan para ayudarnos a hacer realidad nuestros sueños futuros...

Una hora después, Lucius Malfoy estaba casi aturdido por la emoción. Cuando el Señor Oscuro atacara a Hogwarts, él ganaría, Draco se encargaría de eso.

7pm

Draco sonrió mientras Gabriel conversaba con Ivy y algunos de los otros primeros años. Todo el día, Gabriel se había asegurado de que no estuvieran solos, y no podían hablar de nada realmente importante; sin embargo, se aseguró de no ignorarlo. El día había estado lleno de toques suaves, miradas ansiosas y algunos dulces besos. Draco nunca se sintió tan apreciado y, sin embargo, no dejó que la atención lo atrapara. Gabriel tenía muchas explicaciones que dar.

—Draco.

—¿Si, Gabriel?

—Voy a bajar y entrenar con Soto por un tiempo— Gabriel sonrió y lo besó suavemente en la mejilla.

—Te veré allí, simplemente me cambiaré, ¿de acuerdo?

—Claro— dijo Gabriel luciendo un poco sorprendido. Draco solo sonrió, sus ojos grises riendo y calculando al mismo tiempo.

Draco se sintió bastante satisfecho cuando entró en el campamento iluminado por el fuego con Severus a su lado. Generalmente entrenaban juntos los lunes por la noche, y había convencido a su padrino para que entrenara con Gabriel y Soto.

—¿Qué llevas puesto?— Gabriel preguntó cuándo vio a Draco por primera vez con pantalones negros de karate y una camiseta negra ajustada.

Draco mantuvo su rostro inocente mientras por dentro sonreía ante la lujuriosa mirada en el rostro de Gabriel. —Siempre uso esto cuando entreno con el tío Severus.

—¿Entrenarán con nosotros?— preguntó Soto.

—Si eso está bien— respondió Severus.

—Claro, acabábamos de empezar a estirar. Gabriel y yo planeábamos combatir, pero podríamos hacer otra cosa.

—Estoy de acuerdo en combatir. ¿Draco?

—¿Por qué no?— respondió con un suave encogimiento de hombros.

Cuando se pararon uno frente al otro, Gabriel susurró. —Solo dime si llega a ser demasiado. No quiero lastimarte.

Los ojos de Draco se entrecerraron. —Escucha atentamente, no soy débil ni un inútil. Me he estado cuidando por mucho tiempo. Tal vez puedas vencerme, pero tendrás que luchar por ello— y con eso, Draco atacó. Golpes y patadas fueron lanzados y bloqueados mientras los dos adolescentes bailaban uno alrededor del otro.