Caravana Gitana [Harry Potter]

Capítulo Setenta y Cinco.

Gabriel dejó que las imágenes parpadearan a su alrededor mientras trabajaba para separar la magia de Severus de la de Voldemort. Afortunadamente, no había mucha emoción mezclada con la magia. Para Gabriel, era como ver dos películas al mismo tiempo: la única emoción que sentía era la suya, por lo que pudo concentrarse firmemente en la tarea en cuestión. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero cuando Gabriel finalmente terminó, estaba temblando de agotamiento. Manteniendo su concentración y magia en el brazo de Severus, esperó, asegurándose de haber encontrado todo. Mientras esperaba, su mente subconsciente reprodujo algunas de las imágenes de Severus y Voldemort.

Un joven Tom Riddle, con el corazón roto mientras esperaba desesperadamente que lo adoptaran mientras otros 'niños normales' lo atacaban. Año tras año se convirtió en el monstruo que el personal y los niños ya temían que fuera. Gabriel vio a Tom pasar solo por la escuela, y luego cuando dividió su alma por primera vez cuando era un joven de dieciséis años. Gabriel gritó y sintió que los brazos de su padre se apretaban a su alrededor. Seis veces Tom Riddle dividió su alma, y cada vez se volvió menos humano. Gabriel se estremeció, agradecido de que solo hubiera observado, y de que no hubiera sentido a Riddle partiendo su alma en pedazos.

Las imágenes cambiaron y un joven Severus llenó su mente. Vio cómo Severus era adorado por su madre y abusado por su padre. Vio como un joven esperanzado se subió al Expreso de Hogwarts, y sus sueños fueron cruelmente destruidos por James Potter y Sirius Black. En Slytherin tenía un hogar, seguridad y aliados, pero no verdaderos amigos. Estos momentos de soledad fueron interrumpidos por visiones de felicidad con la bella Lily Evans de cabello rojo. Observó a Severus elegir al Señor Oscuro con la esperanza de poder y familia, pero encontrando solo servidumbre y fanáticos leales solo a ellos mismos y a Voldemort. Vio la decisión de Severus de espiar a Dumbledore cuando se dio cuenta de lo decepcionados que estarían su madre y Lily en el mundo en el que ahora estaba atrapado. Gabriel vio a Severus correr hacia Dumbledore con la esperanza de salvar a su amiga de la infancia y llegar demasiado tarde. Luego vio la paz y la familia que Severus finalmente encontró en los viajeros.

Gabriel aclaró la mente y buscó cualquier rastro de la Marca Oscura. Al no encontrar nada, dejó caer las manos y lentamente abrió los ojos. —Severus.

Severus abrió los ojos, su rostro contraído por el dolor. Bajando la mirada vio su brazo desnudo.

—Gracias— susurró agotado, sus ojos llenándose de lágrimas.

—Vi partes de tu vida. Lo siento.

—Silencio, Gabriel, nada de eso es tu culpa. Me has causado una gran alegría.

Gabriel extendió una mano temblorosa, pero Vincent rápidamente la retiró. —No, Querubín, tus escudos están completamente abajo. Adonis lo tiene, Severus está bien.

—Creo que todos necesitamos una pequeña siesta— dijo Mudiwa suavemente.

—¿Cuánto tiempo?— Gabriel se preguntó en voz alta.

—Dos horas— respondió Draco, la preocupación evidente en su voz—. ¿Necesito hacer algún escaneo? Le pedí a los elfos domésticos que trajeran té y sándwiches, ya que nos perdimos el desayuno, y no estoy seguro de qué vamos a almorzar.

—Gracias Draco, me encantaría tomar un té— respondió Severus dándole a su ahijado una sonrisa suave.

—Creo que todos estamos bien, Draco— dijo Mudiwa—. ¿Podrías traer la bandeja de té y sándwiches a la cama? Todos necesitamos un refrigerio.

Draco asintió y dejó la bandeja en el medio de la gran cama. Quería ser de ayuda, pero realmente se sentía excluido. Planeaba sentarse en una silla cuando suplicantes ojos verdes atraparon los suyos. Acomodándose en la cama, Gabriel le dirigió una mirada agradecida. Por unos momentos, todos se quedaron callados mientras tomaban un sorbo de té y comían los sándwiches. Draco se limpió delicadamente la boca y se volvió hacia su padrino.