Caravana Gitana [Harry Potter]

Capítulo Setenta y Tres.

1 de Noviembre.

Gabriel se despertó lentamente, tratando de no moverse ya que no estaba seguro de dónde estaba. Tenía la cabeza nublada y le dolía el cuerpo. Podía sentir el peso de Tatiana y Aubrey acurrucado a sus costados. El aire olía a pociones y líquidos de limpieza. ¿Estaba en un hospital? El suave murmullo de voces llegó a sus oídos. ¿Severus y Draco estaban susurrando sobre una reunión? Lentamente, todas las piezas se unieron y recordó la noche anterior. Gabriel abrió los ojos y trató de sentarse, y gimió cuando su cuerpo protestó por el movimiento.

—Gabriel, espera— dijo Draco suavemente mientras se apresuraba a su lado—. Tu pecho todavía está sanando; necesitas ayuda.

Gabriel lo ignoró mientras trataba de forzarse a sí mismo a sentarse. —¿Están todos bien?

Draco envolvió sus brazos alrededor de la espalda de Gabriel y lo ayudó a sentarse. —Todos están bien. ¿Estos dos no han despertado?

La cara de Gabriel se suavizó mientras miraba a sus hermanos dormidos. —Con frecuencia se metían a la cama conmigo, y están acostumbrados a que me mueva antes de que se despierten.

—¿Por qué no me hablaste de ella?— Draco susurró, su voz dolía.

—No estaba seguro de que quisieras saberlo. Me di cuenta de que tenías un plan, y parecía que querías separarte de tu padre. No estaba seguro de qué pasaría si supieras sobre tu hermana.

Draco asintió con la cabeza. No le gustaba, pero lo entendía. Era la misma excusa que Severus había dado para no contarle sobre su hermana. Severus se unió a los dos jóvenes y acercó una silla. —¿Cómo estuvo la reunión, Severus?

—El Señor Oscuro está muy enojado contigo, Gabriel. Está planeando un ataque, y Lucius lo está ayudando. No creo que pueda volver para averiguar más, pero él insinuó que el joven Draco aquí lo estaría ayudando y sería muy bien recompensado.

—Recibí una carta de mi padre temprano esta mañana— dijo Draco sacando el pergamino del bolsillo de su bata—. Él quiere que me acerque más a ti, y en Navidad se supone que debo estar listo para entregarte al Señor Oscuro en cualquier momento.

Gabriel suspiró e hizo una mueca mientras se movía, tratando de ponerse más cómodo. —Él va a atacar a Hogwarts. Él vendrá por mí aquí.

La conversación se detuvo cuando se escuchó un gemido. Gabriel miró y vio a Soto estirarse mientras despertaba. —Buenos días.

Los ojos negros y estrechos se abrieron y endurecieron cuando se levantó. —¿En qué estabas pensando, enviándome de esa manera? ¡Podría haberte ayudado, maldita sea!

Todos los demás se despertaron con los gritos de Soto.

—Lo sé. Te vi protegiendo a todos, pero necesitaba sacar a los heridos de allí y no podía aislar a cada Traslador— explicó Gabriel apresuradamente.

—Todos están a salvo ahora, eso es lo que importa— respondió Elena con dulzura, colocando su mano sobre el brazo de su marido.

—Maldita sea— jadeó Adonis mientras trataba de moverse. Severus voló a su lado y con extrema gentileza ayudó a su amante a sentarse. Atendió durante varios minutos al hombre dorado

—¿Todavía están juntos?— preguntó Draco, su voz llena de asombro.

Gabriel sonrió suavemente a la pareja. —Sí.

Draco sacudió la cabeza con asombro.

—Buenos días— saludó Madame Pomfrey alegremente—. Permítanme revisar las vendas y dispensar pociones, y luego todos comerán un buen desayuno.