Caravana Gitana [Harry Potter]

Capítulo Cinco

—¿Todos están bien?— Preguntó Freja mirando a todos.—¿Ria?

—Estoy bien, ¿qué fue eso? ¿Qué sucedió?— Respondió Ria.

—No se sintió malo.— Dijo Soto.

—Siéntense todos y averiguaremos esto.— Esa era la profunda voz de Mudiwa calmándolos a todos. Puso una tetera para el té y habló de nuevo.—¿Hay alguien lastimado? — Recibiendo un coro de "no", continuó.—Lo que sentí fue asombroso: armonía, paz y una conexión tan pura que me llenó los ojos de lágrimas. ¿Es lo mismo que sintieron todos o fue diferente?

Recibió murmullos de "exacto" y "fue asombroso" de parte de todos.

>>Está bien, eso es bueno.— Continuó Mudiwa.—Vi nuestro círculo y pentagrama por primera vez en la vida, destellando con una hermosa luz dorada. ¿Es lo mismo que vieron todos? ¿Soto?— El grupo dijo que sí, y Soto explicó lo que vio.

—Pude ver a Freja invocando el círculo, que como siempre era de una hermosa luz blanca. Luego Ria llamó al Fuego y se formó una línea roja; luego yo llamé a la Tierra y salió una luz cobriza; a continuación Naveen llamó al Aire, formando una línea azul, Adonis llamó al Agua y se formó la línea azul verdosa. Finalmente Mudiwa llamó a los espíritus y una línea púrpura cruzó el círculo. Al aumentar la energía, las líneas se juntaron para formar un pentagrama, como siempre. Luego pude ver delgadas líneas doradas girando a través del círculo blanco y las coloridas líneas elementales, lo que indicaba que Vincent le pedía a las energías lo que queremos y su protección, cuando de repente ¡bum! Todo se volvió dorado; nunca había hecho eso antes, nunca.— Soto respiró profundo y se acomodó. Miró a Vincent y notó que Querubín estaba dormido en sus brazos.

Confusión cubrió el rostro de Mudiwa.—¿Querubín? ¿Querubín hizo esto?

Fue como si de repente todos despertaran y giraran sus cabezas hacia Vincent. Eso causó que Vincent sonriera.

—Todos, por favor, cálmense.— Dijo Vincent.—Querubín sí hizo algo, pero él está bien. Les diré más cuando tengamos una taza de té en nuestras manos.— Sonriendo, miró a Mudiwa, que ya estaba vaciando el agua caliente en una gran tetera de cerámica.

El suave aroma de limón y menta lo invadió cuando Mudiwa comenzó a repartir tazas de té para todos. Adonis se puso de pie y pasó alrededor una bandeja con galletitas. Una vez que todos tuvieron su té preparado a su gusto y con sus galletitas a mano, Vincent comenzó a decirles lo que había sucedido, desde la reacción de Querubín a la palabra "magia", hasta verlo tocar el pentagrama de energía que todos habían creado. Acomodándose, observó a todos procesar lo que les había dicho hasta ahora. Freja lucía preocupada y parecía estar intentando recordar todo lo que había leído sobre niños mágicos; Ria estaba mirando con suavidad al niño en su regazo y parecía en paz con lo que había sucedido; Naveen tenía el ceño fruncido y probablemente estaba examinando cada poco de información para intentar averiguar qué estaba sucediendo; Soto, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, estaba mirando fijo a Vincent. Vincent agachó la cabeza levemente reconociendo que aún no les decía todo. Adonis, siempre el más despreocupado del grupo, estaba bebiendo de su té y observando a los demás con una sonrisa en el rostro.

Mirando a Mudiwa, Vincent sonrió un poco mientras miraba los suaves ojos grises. La sonrisa de Vincent aumentó cuando Mudiwa levantó una elegante ceja como diciendo "¿Y qué más sucede?". Aclarando su garganta, Vincent llamó la atención de todos.

—Hay una cosa más que todos ustedes necesitan saber. Lo que les voy a decir es grande y quiero que todos consulten con la almohada esta información. Mañana nos reuniremos y decidiremos qué haremos con Querubín, ¿está bien?— Con cautela asintieron, aunque Freja cruzó sus brazos con ojos duros. Ojalá que igual nos quedemos con él, o Freja nos matará a todos, pensó Vincent antes de continuar con su historia.—Después de asegurarme que Querubín tenía pulso y seguía respirando bien, puse mi mano en su frente para sentir su temperatura. Cuando corrí el pelo de su frente encontré una cicatriz.— Con cuidado, apoyando al dormido niño contra su pecho, Vincent una vez más corrió el suave cabello negro y descubrió su pálida frente. Todos jadearon.